Los griegos daban el nombre de pelasgos a los primeros habitantes de su país. Estos labraban la tierra y se les atribuyo la fundación de las más antiguas poblaciones. A fines del siglo XV se produce una civilización de pueblos más civilizados que hablan un dialecto indoeuropeo, es decir emparentado con los idiomas que hoy se hablan en Europa. Las inscripciones egipcias y los poemas homéricos llaman a estos pueblos aqueos y son antecesores de los Helenos. En el último periodo de la edad del bronce en Grecia (1500-1200 a.C.), el continente fue absorbiendo paulatinamente la civilización cretense. Hacia el 1400 a.C., los aqueos conquistaron y controlaron las islas y poco después también dominaron el continente, en especial la región de Micenas. Debido a las exhaustivas investigaciones de sus ruinas, la ciudad da su nombre a los antecesores aqueos, aunque también destacaron en importancia otras ciudades-estado. La guerra de Troya, descrita por Homero en la Iliada, comenzó alrededor del 1200 a.C. y probablemente fue uno de los conflictos bélicos que tuvieron lugar entre los siglos XIII y XII a.C. cuando la civilización micénica estaba en su apogeo. Puede que tuviera relación con la última y más importante invasión del norte, que ocurrió en aquel tiempo e introdujo la edad del hierro en Grecia. La guerra de Troya fue generada por los pueblos de Asia quienes cometieron actos de piratería, entonces los griegos formaron una coalición para tomar venganza. En los antecedentes de la guerra de Troya, París hijo de Príamo rey de Troya robo Elena mujer de Menelao rey de Esparta y hermano de Agamenón rey de Micenas. Agamenón, para vengar el ultraje hecho a su hermano convoca a los príncipes griegos y fue elegido jefe de una flota confederada, que destruyo a Troya al cabo de diez años de sitio.
Después llegaron otros pueblos del norte que más tarde se llamaron los Helenos y conquistaron Grecia, luego se dividieron en otros cuatro grupos que son: Aqueos, Eolios, Dorios y Jonios. Con la invasión de los helenos termina la prehistoria griega y comienza su verdadera historia de este hecho el pueblo griego es denominado helénico. Los dorios abandonaron las montañas del Epiro y descendieron al Peloponeso y a Creta, utilizando armas de hierro para conquistar y expulsar a los anteriores habitantes de estas regiones. Los dorios derrocaron a los monarcas aqueos y se asentaron sobre todo en las regiones meridionales y orientales de la península. Esparta y Corinto se transformaron en las principales ciudades dóricas. Muchos aqueos buscaron refugio al norte del Peloponeso, zona que más tarde se llamó Aquea. Otros resistieron duramente a los dorios, y tras ser sometidos, fueron reducidos a servidumbre y denominados ‘ilotas’. Los que lograron huir se refugiaron en el Peloponeso, se reunieron con sus parientes en Ática y en la isla de Eubea, pero después emigraron al igual que los eolios a las costas de Asia Menor. En los siglos posteriores al 1200 a.C. la progresiva colonización de las costas de Asia Menor, primero por los refugiados procedentes de zonas ocupadas por los dorios y más tarde por los mismos dorios, convirtió la región en parte política y cultural de Grecia. Por cada una de las tres divisiones étnicas griegas se creó una gran confederación. La parte norte de la costa de Asia Menor y la isla de Lesbos formaban la Confederación Eólica. La Confederación Jónica ocupaba el distrito medio, llamado Jonia, y las islas de Quíos y Samos. Al sur de las islas de Rodas y Cos se estableció una Confederación Dórica. Varios siglos después (750-550 a.C.), el rápido aumento de la población, la escasez de alimentos, el florecimiento de la artesanía y el comercio y otros factores conllevaron una nueva oleada colonizadora. Se fundaron colonias en lugares tan lejanos como la costa oriental del mar Negro y Massilia, actual Marsella, Francia, y tuvieron lugar asentimientos en Sicilia y la parte meridional de la península Itálica. Esta última tenía tal densidad de población griega que se la conocía como la Magna Grecia.
A lo largo de la formación de Grecia se distinguen una Continental y otra Marítima. La Grecia Continental también denominada Hélade, comprendía la parte inferior de la península de los Balcanes región caracterizada por ser la más montañosa de las tres penínsulas mediterráneas de Europa esta se unía con la península del Peloponeso, hoy Morea, por el istmo de Corinto. El territorio griego se hallaba entre los mares Egeo y Jonico, hacia el norte no se conocía una frontera natural pero según Estrabon geógrafo griego, esta podía marcarse con una línea que iba desde el golfo de Arta hasta el golfo de Salónica. El territorio de Grecia se caracterizó por presentar un conglomerado de montañas de rocas calcáreas y frecuentemente desnudas, las cuales se hallan separadas por valles estrechos y profundos o por llanuras, verdaderas cuencas de antiguos lagos donde abundan los olivares; entre tales llanuras podemos nombrar las de Tesalia, Tebas, Atenas, Argos y la Esparta. Entre las montañas más celebres podemos nombrar el Pindo, el Olimpo, el Osa, el Pelión, el Parnaso, el Helicón, el Himeto y el Pentélico. En Peloponeso se alza la alta planicie de Arcadio terminada hacia el sur por la poderosa cadena del Taigeto. En la Grecia marítima Grecia tenía una posición marítima privilegiada pues presentaba posibilidades de comunicación marítima a lo largo de todo el territorio gracias a sus golfos, entre los cuales los más relevantes son de Corinto y de Egina, que apenas estaban separados por una lengua de tierra de 5 Km. Grecia poseía más de 2000 Km de costa, de manera que no existía cantón o república que no tuviese bahías y promontorios bañados por el mediterráneo. Grecia estaba envuelta por las islas algunas tan próximas del continente que parecen su prolongación, lo cual sucede con la Eubea, y las Cícladas esparcidas por el mar Egeo las que señalaban el paso entre Europa y la Costa de Asia, donde otros griegos poblaban las grandes islas de Lesbos, Quío, Samos, y Rodas. El mar formo marinos y comerciantes poniendo a los griegos en contacto con todos los pueblos de oriente de quienes tomo los primeros elementos de civilización. El mar fue el que les dio riquezas e hizo que estados de muy corta extensión, reducidos casi a una ciudad, fueran el centro de verdaderos imperios mediterráneos. En la época arcaica hacia el año 1100 a.C. penetraron en el territorio Griego los Dorios llegando a constituir la cultura centromiceníca. Es en esta época cuando empieza la llamada “edad media griega” y fue una larga etapa de formación que se prolongó hasta el siglo VIII. Uno de los procesos más importantes que se dieron fue el de la formación de los estados griegos, surgidos de la fusión entre la población indígena y los invasores. Abarcaban pequeñas comarcas con una ciudad como centro, la Polis. En general, todos ellos pasaron por etapas parecidas en cuanto a la evolución de su forma de gobierno. Al comienzo de esta época eran monarquías, a las que sucedió un gobierno aristocrático que en buen parte de ellos derivo hacia la democracia. La expansión comercial, el crecimiento demográfico y el endeudamiento del campesinado, entre otros motivos, obligaron a los griegos a abandonar sus lugares de origen, se instalaron tanto en Oriente como en Occidente y fundaron colonias; hubo dos clases de colonias, las plazas comerciales y las agrarias, mantenían fuertes lazos culturales con la metrópoli, pero disfrutaban de una total independencia político administrativa. La expansión por Oriente la realizaron en dos etapas. En la primera colonizaron las islas del Egeo y las costas del Asia menor. En la segunda, tras conquistar el norte del Egeo y el Helesponto, llegaron hasta Crimea y el mar de Asov. Los griegos llegaron incluso hasta el país del Nilo, en cuyo delta instalaron también una factoría. Seguidamente se dirigieron hasta Occidente. Fundaron colonias en Sicilia y en el sur de Italia, en un área que fue conocida con el nombre de Magna Grecia. Llegaron hasta las costas del Mediterráneo español donde entraron en contacto con Tartesos, y las del sur de Francia. Estas colonias en parte de poblamiento y en parte puramente comerciales, difundieron la técnica y el arte Helénicos.
En el periodo helénico una vez finalizadas las grandes migraciones al Egeo, los griegos desarrollaron una orgullosa conciencia racial. Se llamaban a sí mismos ‘helenos’, nombre derivado, según Homero, de una pequeña tribu del sur de Tesalia. El término griegos, empleado por posteriores pueblos extranjeros, provenía nominalmente de Grecia, nombre en latín de una pequeña tribu helénica del Epiro con la que los romanos tuvieron contactos. Al margen de la mitología, que era la base de una compleja religión, los helenos desarrollaron una genealogía que remontaba sus orígenes a héroes con carácter semidivino. A pesar de que los pequeños estados helénicos mantenían su autonomía, seguían un desarrollo similar en su evolución política. En el periodo pre-helénico los jefes de las tribus invasoras se proclamaron monarcas de los territorios conquistados. Entre el 800 y el 650 a.C. estas monarquías se fueron sustituyendo por oligarquías de aristócratas, ya que las familias nobles compraban las tierras y éstas eran la base de todo su poder y riqueza. Cerca del año 650 a.C., muchas de estas oligarquías helénicas fueron sustituidas por plebeyos enriquecidos o aristócratas desafectos, llamados tiranos. La aparición de las tiranías se debió sobre todo a un factor económico. El descontento popular surgido frente a las aristocracias se había convertido en un importante factor político a causa del aumento de la esclavitud de los campesinos sin tierras; la colonización y comercio en los siglos VIII y VII a.C. aceleró el desarrollo de una próspera clase de comerciantes, que supieron aprovecharse del gran descontento para reclamar el reparto del poder con los aristócratas de las ciudades-estado.
El siglo de oro de Pericles
Fue un hombre, Pericles, un político griego que consiguió que, bajo su mandato, que la ciudad de Atenas viviera sus años de máximo esplendor. En su honor, el siglo V a. C. recibe con frecuencia la denominación de «siglo de Pericles», siendo éste la persona que instauró la democracia en Atenas gracias al apoyo de la burguesía. Pericles nació en 495 a.C. y era perteneciente a la antigua aristocracia, puesto que su familia era una de las más influyentes de Atenas. Su padre era General, Jántipo, héroe de Micala y adversario del aristrócrata Cimón, y su madre fue Agariste, descendencia de los Alcmeónidas. Segundo hijo de tal matrimonio. Pericles recibió una esmerada educación enmarcada en la tradición democrática, puesto que su tío materno, Clístenes, estribó los Principios de la legislación de Solón y se opuso rotundamente a la tiranía de los Pisistrátidas. Tras veinte años de tradición democrática, Atenas recibe a Pericles en el poder. Este poder era encabezado por Efialtes, perteneciente al partido popular quien restringe los poderes abusivos del consejo del Areópago, al cual se enfrenta y deja en manos la administración de justicia en los crímenes de sangre y en los incendios provocados, y la vigilancia de los templos. Posteriormente, Efialtes es asesinado, más precisamente en 461 a.C. lo que da lugar a que Pericles se convierta en un máximo dirigente de la política, irrumpiendo en la vida pública de los atenienses durante los treinta años siguientes. La refinación que se destacaba en Pericles provenía no solo de la educación militar que recibió de muy joven, sino que también obedeció a las instrucciones de sus maestros. Ellos fueron Zenón de Elea, el gran Anaxágoras, con quien mantuvo entrañable amistad, y Protágoras, de los cuales aprendió la alteza de miras y la claridad de raciocinio que, unidos a su elocuencia natural y a la distinción de sus maneras, hicieron de él pronto un ídolo del pueblo. El ambiente que lo rodeó, de grandeza y magnificencia, junto con los acontecimientos históricos de que fue testigo, difundieron en su espíritu las ideas nobles y los anhelos patrióticos.
Todos aquellos que lo escuchaban quedaban admirados de él, puesto que siempre sus intervenciones eran muy puntuales y oportunas. Así supo ganarse con clara ventaja a aquellos que a la hora de apoyarlo estaban con él. Su carácter era algo que el dominaba, además de sus gestos y de su andar, lo que provocaba que se alejara de cualquier discordancia. Es así como Pericles con su serenidad y su tacto político, supo cómo ganarse al pueblo. Lejos de su vida política, en su vida privada Pericles tuvo dos hijos, fruto del matrimonio con una mujer de buena familia, algo mayor que él. Su primer hijo se llamó Jantipo, el cual muere en una batalla; y su segundo hijo Paralo, fallece a causa de una epidemia. Más tarde es cuando Pericles decide separarse de su esposa. Sin embargo, con el transcurso del tiempo vuelve a encontrar el amor, Aspasia de Mileto, una griega asiática con la cual comparte veinte años de su vida. Esta mujer se convirtió anfitriona de la casa de Pericles, ya que poseía una gran belleza, con una cultura notable, diferente a la Atenas de la época. Es en esta casa y junto a ella donde se constituyó el denominado «círculo de Aspasia», en donde solían darse cita personajes como Fidias, Sócrates, Sófocles o Hipódama de Mileto. En su política interna, el engrandecimiento de Atenas, ya sea desde el punto de vista cultural como el militar, fue la preocupación central de Pericles. Este objetivo era financiado por una alianza de casi todas las islas del mar Egeo, denominada La Liga Ático-Délica, de los cuales sus fondos eran custodiados en la isla de Délos. Sin embargo, frente a un próximo ataque persa, el tesoro es trasladado a Atenas a pedido de Pericles, quien dispuso de él para acometer las grandes obras de la Acrópolis, en el año 444 a.C. Rodeado de la elite cultural de ese entonces, logró llevar a cabo su proyecto. Para ello trabajaron junto a él artistas de la talla de Fidias, los arquitectos como Mnesicles, o lctino y Calícrates, y todo un elenco de hombres ilustres, como Esquilo, Sófocles, Euripides y Anistófanes, el médico Hipócrates, el escultor Policleto, Polignoto el muralista y los filósofos Georgias y Sócrates. Pericles, fue una figura capaz de dar al siglo en que vivió su propio nombre, y “siglo de Pericles” es en la historia de Grecia, sinónimo de brillantez intelectual, de madurez política, de democracia. La consolidación de esta última estaba fundada en tres órganos de Gobierno: Heliea, Bulé y ekklesia. La primera de ellas, Heliea era conocida como el Tribunal Popular. En cambio, Bulé era el Consejo de los Quinientos, formada por diez grupos de cincuenta ciudadanos, el cual representaba a las diez tribus en que se dividía la comunidad ateniense. Ellos eran elegidos por sorteo y renovado cada año. Su función iba dirigida hacia la ekklesia, Asamblea del pueblo, ya que ellos le preparan propuestas que debían debatirlas. En este órgano supremo, cualquiera podía tomar la palabra y solían ser un pequeño grupo de oradores los que intervenían ya que la presentación de una propuesta de ley o de una enmienda que resultasen anticonstitucionales, podía acarrear el procesamiento e, incluso, la condena de su inspirador. En esta asamblea la asistencia era libre y remunerada y además integrada por los ciudadanos varones que fueran mayores de edad y que a su vez hayan estado censados. Sin embargo Pericles, logro obtener la potestad de gobernar Atenas tanto en política exterior como interior, gracias a que año tras año, renovó en la ecclesia, por votación a mano alzada, su cargo de strategós autocrátor, es decir su cargo de general en jefe de las fuerzas armadas. La democracia ateniense era directa y no representativa. El ciudadano no elegía a un representante que tomaba las decisiones de manera autónoma, sino que intervenía directamente en el gobierno, como si de una obligación cotidiana se tratara.
Pericles llevó también a cabo otras reformas, como el desarrollo y ampliación de la flota o la construcción de una muralla que unía la ciudad con el puerto del Pireo, los «muros largos», mejorando así la posición defensiva de Atenas. También procuró el acceso gratuito de las clases más desfavorecidas a los espectáculos, así como la restricción de la ciudadanía a los varones nacidos de padre y madre atenienses. Esta propuesta de ley se puso más adelante en su contra, porque tras la muerte de los hijos de su primer matrimonio, el resto de su descendencia no podía optar a la mencionada categoría, dado que Aspasia no era ateniense. Finalmente, no pueden dejar de mencionarse las obras de reconstrucción y embellecimiento de la Acrópolis, emplazamiento donde se erigió el Partenón, un edificio que se ha convertido en el símbolo de toda una época. Pericles, en su política exterior, gracias a su potencial naval, Atenas lideró la Liga Délica, que fue constituida como defensa ante la amenaza persa y para recuperar las islas y las ciudades asiáticas griegas conquistadas por las tropas del Gran Rey. Pendes intervino en la política interna de estas localidades, en las que no aplicó el régimen democrático que imperaba en Atenas. Reprimió con dureza cualquier intento de secesión. De esta manera, logró crear el Imperio ático. Entre sus iniciativas coloniales, la más aventurada fue el envío de una expedición a Tarento, en el sur de Italia, para fundar, bajo la dirección del arquitecto Hipódamo de Mileto, la colonia modelo de Turi. Además de luchar contra los persas, con los que firmó, en el año 448, la paz de Calias, la Atenas de Pendes hubo de enfrentarse a otro enemigo: Esparta, polis que rivalizaba desde siempre por el control de la Hélade. Finalmente, en 446 a. C., la paz de los Treinta Años inauguró un periodo de relativa calma en estas relaciones con la ciudad vecina. En estos momentos se realizaron todas las construcciones de la Acrópolis. Sin embargo, la tregua duró apenas 15 años. En 441 a. C. Samos tuvo la osadía de atacar Mileto. la patria de Aspasia. El fracaso de la intervención diplomática puesta en marcha por Pendes forzó la apertura de hostilidades, que culminaron con el sometimiento militar de Samos. Un año después, la ciudad de Potidea, colonia de Corinto, se sublevó, y la metrópoli corrió en su auxilio. Poco después, Atenas decretaba el bloqueo del comercio de Megara. Ante tales provocaciones, la Liga del Peloponeso decidió entonces la guerra. Liderada por Esparta, emprendió una serie de expediciones que culminaron en la invasión y devastación del Ática. Por consejo de Pendes, todos los habitantes se reunieron tras las murallas de Atenas, confiando en la superioridad naval de la polis para alcanzar la victoria final. Pero la peste esquilmó a las gentes hacinadas en la ciudad. Este hecho, unido a la ruinosa situación económica, provocó la caída en desgracia de Pendes y su círculo de amistades ante los ojos del pueblo de Atenas. Todos ellos sufrieron procesos judiciales; el propio Pendes fue destituido de sus cargos y acusado de fondos. Un año después, en 429 a. C., las cosas volvieron a su cauce y el nombre de Pericles fue reivindicado nuevamente. No obstante, también el político cayó víctima repentinamente de la peste. La guerra del Peloponeso prosiguió. En 404 a. C. la ciudad de Atenas se vio forzada a capitular sin su gran líder. Sus fortificaciones fueron destruidas y el Imperio creado por la polis aniquilado. Así terminó la época dorada de los atenienses, la época de Pericles.
Grecia empezó el siglo IV a. C. bajo hegemonía espartana, pero estaba claro desde el principio que era débil. Una crisis demográfica privó a Esparta de parte de su población, y para 395 a. C. Atenas, Argos, Tebas y Corinto sentían que podían desafiar el dominio espartano, resultando en la guerra de Corinto (395-387 a. C.). Otra guerra llena de puntos muertos que terminó restableciendo el statu quo. La hegemonía espartana duró 16 años más hasta que, al tratar de imponer su voluntad sobre los tebanos, los espartanos sufrieron una derrota decisiva en Leuctra en el año 371 a. C. El brillante general tebano Epaminondas luego condujo tropas tebanas hacia el Peloponeso, donde otras ciudades-estado desertaron de la causa espartana. Por lo tanto los tebanos pudieron marchar a Mesenia y liberar la población. Privada de sus tierras y sus siervos, Esparta se deterioró y se convirtió en una potencia de segunda clase. La nueva hegemonía tebana duró poco tiempo; en la batalla de Mantinea en 362 a. C., Tebas perdió su líder clave, Epaminondas, y muchísimas tropas, aunque salió victoriosa en la batalla. De hecho, todas las ciudades-estado perdieron bastantes hombres, de manera que ninguna pudo restablecer su dominio. La situación de debilidad de Grecia central coincidió con el surgimiento de Macedonia, encabezada por Filipo II. En veinte años, Filipo había unificado su reino, mientras lo ampliaba hacia el norte y el oeste a costa de tribus ilirias y conquistaba Tesalia y Tracia. Sus éxitos en parte se debían a sus muchas innovaciones militares. Filipo solía intervenir en los asuntos de las ciudades-estado del sur, culminando en su invasión de 338 a. C. Al derrotar decisivamente al ejército aliado de Tebas y Atenas en la batalla de Queronea, se convirtió en el hegemón de facto de toda Grecia. Obligó a la mayoría de las ciudades-estado a unirse a la Liga de Corinto, aliándolas a él y previniendo que lucharan entre sí. Luego Filipo entró en una guerra contra la Dinastía Aqueménida (persas), pero fue asesinado por Pausanias de Orestis a principios del conflicto.
Grecia Helenística
El período helenístico duró desde 323 a. C., cuando terminaron las guerras de Alejandro Magno, hasta la anexión de Grecia por la república romana en 146 a. C. Aunque el establecimiento del reinado romano no rompió la prolongada continuidad en la sociedad y la cultura helenísticas, que se mantendrían en la misma forma básica hasta la llegada del cristianismo, sí señaló el final de la independencia política griega. Durante el período helenístico, la importancia de «la misma Grecia», es decir, el territorio de la actual Grecia, se reducía bruscamente por el mundo grecoparlante. Los grandes centros de la cultura helenística eran Alejandría y Antioquía, las capitales de Egipto ptolemaico y Siria seléucida respectivamente. Las conquistas de Alejandro tuvieron varias consecuencias para las ciudades-estado griegas. Ampliaron enormemente las fronteras de los griegos y acabó en una emigración continua, especialmente de los jóvenes y los ambiciosos, hacia los nuevos imperios griegos al este. Muchos griegos emigraron a Alejandría, Antioquía y a las muchas otras ciudades helenísticas nuevas que se fundaron en la estela de Alejandro, tan lejos como los actuales Afganistán y Pakistán, donde sobrevivieron los reinos grecobactriano e indogriego hasta los finales del siglo I a. C. Después de la muerte de Alejandro y tras varios conflictos, su imperio se dividió entre sus generales, resultando en el Reino Ptolemaico basado en Egipto, el Imperio seléucida basado en el Levante, Mesopotamia y Persia, y la Dinastía Antigónida basada en Macedonia. En el período intermedio, las poleis de Grecia pudieron recobrar un poco de su libertad, aunque tenían que rendirle cuentas nominalmente al Reino Macedonio.
Las ciudades-estado se quedaron en dos ligas: la Liga Aquea, incluyendo Tebas, Corinto y Argos, y la Liga Etolia incluyendo Esparta y Atenas. En la mayor parte del período hasta la conquista romana, estas ligas solían estar en guerra entre sí, mientras se aliaban a partidos distintos en los conflictos entre los diádocos, antiguos generales de Alejandro, herederos de su reino. El reino antigónida de Macedonia se implicó en una guerra con la república romana a finales del siglo III a. C. Aunque la Primera Guerra Macedónica quedó inconclusa, los romanos siguieron haciendo la guerra con Macedonia en las denominadas «Guerras Macedónicas». Coincidentemente con el desarrollo de la Segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago, durante la Primera Guerra Macedónica el reino antigónida, bajo Filipo V, se alió con Cartago. Dicha alianza no tuvo mayores consecuencias e, inclusive, en esta lucha entre grandes potencias como Macedonia, Roma y Cartago, algunos sectores griegos tomaron partido por Roma.29 Hacia el año 168 a. C., finalizada la Tercera Guerra Macedónica y derrotado Perseo, heredero de Filipo V, Macedonia fue anexada por Roma y dividida en cuatro repúblicas independientes que no tenían permitido ni el comercio ni el matrimonio entre sus habitantes. En 150 a. C., Andrisco diciéndose hijo de Perseo de Macedonia, realizó varias ofensivas contra Roma, hasta su derrota y la conversión definitiva de Macedonia en provincia romana. La Liga Etolia se había vuelto recelosa de la participación romana en Grecia, y se había puesto de parte de los seléucidas en la Guerra Romano-Siria. Cuando los romanos terminaron victoriosos, esta liga también se anexionó a la república. Aunque la Liga Aquea duró más que la Liga Etolia y Macedonia, también fue derrotada e incorporada por los romanos en 146 a. C., y la rica ciudad de Corinto destruida tras un intento inútil de resistencia, terminando Roma con la independencia de toda Grecia. La república romana había desarrollado con éxito su estrategia de dividir y enfrentar entre sí a sus adversarios, lo que posteriormente se conocería como divide et impera, expresión que pasaría a la Historia en diferentes contextos.
Grecia: la dominación romana
Cuando Alejandro murió, los generales macedonios iniciaron entre ellos el reparto de su vasto imperio. Los desacuerdos surgidos por esta división provocaron una serie de guerras entre los años 322 a. C. y 275 a. C., muchas de las cuales tuvieron lugar en Grecia. Por ello, una de las características de este periodo que abarca desde la muerte de Alejandro hasta la conversión de Grecia en provincia romana en el 146 a. C., fue el deterioro como entidades políticas de las ciudades-estado griegas, además del progresivo declive de la independencia política en conjunto. No obstante, el periodo helenístico estuvo marcado por el triunfo de Grecia como fuente de cultura y, como resultado de las conquistas de Alejandro, se adoptó su estilo de vida en todo el mundo antiguo. De los reinos establecidos por los generales de Alejandro, llamados ‘diádocos’, en griego, diadochos, ‘sucesor’, los más importantes eran los de Siria, bajo la dinastía Seléucida, y Egipto, bajo la Tolemaica. La capital del Egipto tolemaico, Alejandría, fundada por Alejandro en el 332 a. C., se convirtió en foco de rivalidades culturales, a veces superando la importancia de Atenas en ese campo. Cada rincón del mundo heleno se dedicó al cultivo de las artes y las actividades intelectuales. Algunos sabios, como los matemáticos Euclides y Arquímedes, los filósofos Epicuro y Zenón de Citio y los poetas Apolonio de Rodas y Teócrito, pertenecen a esta época. En el 290 a. C., las ciudades-estado de Grecia central se unieron en la Liga Etolia, una poderosa confederación militar que había sido inicialmente organizada bajo el reinado de Filipo II por las ciudades de Etolia para su mutua protección. Una segunda organización de similares características, la Liga Aquea, se convirtió en el 280 a. C. en la confederación suprema de las ciudades al norte del Peloponeso. Más tarde se unieron otras ciudades. Sendas alianzas estaban destinadas a proteger al resto de los estados griegos del dominio del reino de Macedonia. La Liga Aquea se hizo mucho más poderosa que su rival e intentó conseguir el control de toda Grecia. Encabezada por el general y político Arato de Sición, inició un conflicto con Esparta que no se había aliado con ninguna de las dos. La Liga fue inicialmente vencida, pero, contradiciendo su primera intención, pidió ayuda militar a Macedonia; la Liga consiguió vencer entonces a Esparta, pero a costa de caer bajo el dominio de Macedonia.
En el 215 a. C. Roma empezó a interferir en los asuntos de Grecia. Filipo V de Macedonia se alió con Cartago contra Roma, pero los romanos, con el apoyo de la Liga Etolia, vencieron a las fuerzas macedonias en el 206 a. C., y consiguieron importantes posiciones en Grecia. Roma, apoyada por ambas ligas, derrotó nuevamente a Filipo V en el 197 a. C. en la batalla de Cinoscéfalos, y Macedonia, totalmente sometida, aceptó pactar la paz con Roma y reconocer la independencia de los estados griegos, los cuales, sin embargo, sólo cambiaron un dominador por otro. En un último intento desesperado por liberarse, los miembros de la Liga Aquea resistieron a las demandas de Roma en el 149 a. C. Hubo una nueva guerra que terminó con la destrucción de Corinto a manos de las legiones romanas en el 146 a. C. Las Ligas Etolia y Aquea fueron disueltas y Grecia fue anexionada en su totalidad por Roma, que creó la provincia romana de Macedonia, cuyo procónsul extendía su autoridad al resto de Grecia. Sólo Atenas, Esparta y Delfos escaparon a esta situación, convirtiéndose en ciudades federadas. Durante los sesenta años posteriores al 146 a. C., Roma administró Grecia. En el 88 a. C., cuando Mitrídates VI Eupátor, rey del Ponto, empezó su campaña para conquistar los territorios controlados por los romanos, se encontró con que muchas ciudades griegas apoyaban a un monarca asiático que les había prometido ayudarles a recuperar su independencia. Las legiones romanas, bajo el mando de Lucio Cornelio Sila expulsaron a Mitrídates de Grecia y sofocaron la rebelión saqueando Atenas, en el 86 a. C., y Tebas un año después. Roma castigó duramente a las ciudades rebeldes y las campañas realizadas en suelo griego dejaron el centro de Grecia en ruinas. Atenas seguía siendo foco intelectual y de la filosofía, pero su comerio prácticamente desapareció. En el 22 a. C., el primer emperador romano, Augusto, separó Grecia de Macedonia e hizo de la primera la provincia de Aquea.
La Factoria Historica