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La extinción de los dinosaurios

La teoría de la colisión de un asteroide con la Tierra, la más ampliamente aceptada actualmente, fue propuesta por el físico estadounidense Luis Walter Álvarez y su hijo, el geólogo Walter Álvarez a finales de los años 1970. Explica que la gran extinción de finales del período Cretácico comenzó con la caída de un bólido a la Tierra. Esta clase de meteorito habría hecho impacto en Chicxulub, Península de Yucatán, México, hace aproximadamente 65,5 millones de años. Álvarez notó un aumento repentino de los niveles registrados de iridio, elemento abundante en cierta clase de meteoroides, a escala global en el estrato de rocas correspondientes al período Cretácico, sugiriendo la existencia de una catástrofe de proporciones mundiales. La mayor parte de las pruebas actuales parece confirmar en efecto que un planetesimal de 10 kilómetros de diámetro impactó en los alrededores de la península de Yucatán, creando el cráter de Chicxulub de 170 kilómetros de diámetro y provocando una cadena de extinciones en masa. A principios de 2010, un equipo científico internacional compuesto por 41 investigadores reafirmó esta teoría aportando pruebas geológicas recabadas en distintas partes del mundo…


La extinción de los dinosaurios


Recientemente, se ha descubierto en el lecho del Océano Índico un cráter cuyo tamaño es cincuenta veces mayor al de Yucatán, lo que ha causado nuevas especulaciones acerca del lugar donde cayó el asteroide. Los científicos no están todavía seguros de si las poblaciones de dinosaurios prosperaban o disminuían inmediatamente antes del acontecimiento del cataclismo, aunque algunos grupos consideran que podrían haber existido dinosaurios aún a principios del Cenozoico. Aunque la velocidad de la extinción no pueda ser deducida del registro fósil, varios sugieren que el proceso fue sumamente rápido. El acuerdo general entre los científicos que apoyan esta teoría consiste en que el impacto causó una debacle que se desarrolló de dos formas: directamente por la energía disipada durante el impacto de meteorito y también indirectamente, a través de un enfriamiento mundial de la temperatura ambiente, causada por la materia expulsada del cráter de impacto, que reflejó la radiación termal del Sol hacia el espacio exterior. Esta teoría es similar a la de Álvarez en el sentido que hace participar a eventos originados en la mecánica celeste.

Propone que una corriente de cometas fue desalojada de la nube de Oort debido posiblemente a la influencia gravitacional causada por una estrella en órbita extraordinariamente cercana. Uno o varios de estos hipotéticos objetos colisionaron con la Tierra en una seguidilla de muy alta frecuencia, causando profundos cambios ecológicos que precipitaron el final. Al igual que con el impacto de un único asteroide, el resultado de este bombardeo de cometas habría sido un descenso repentino y acusado en las temperaturas globales, cambio al que buena parte de las especies vivientes no pudieron adaptarse. A finales del período Cretácico no existían los casquetes polares, estimándose que los niveles del mar eran de 100 a 250 metros más altos que los actuales. La temperatura del planeta era también mucho más uniforme, con sólo 25 grados Celsius de diferencia entre los registros polares promedio y los del Ecuador. Por regla general, la temperatura atmosférica promedio era también mucho más elevada; los polos, por ejemplo, eran 50 °C más calientes que hoy en día. La composición química de la atmósfera durante la era de los dinosaurios era asimismo muy diferente a la actual. Los niveles de dióxido de carbono presentaban una concentración 12 veces mayor, y el oxígeno formaba del 32 al 35% de la atmósfera, comparado con el 21% actual. Sin embargo durante el Cretácico tardío, el ambiente experimentó un cambio radical. La actividad volcánica disminuyó gradualmente, lo que condujo a un ciclo de enfriamiento e hizo que los niveles de dióxido de carbono atmosférico comenzaran a caer. Al mismo tiempo, la concentración de oxígeno en la atmósfera también comenzó a fluctuar con tendencia netamente descendente. Algunos científicos suponen que el cambio del clima, combinado con niveles de oxígeno inferiores a los presentes, podría haber conducido directamente a la desaparición de muchas especies. Si los dinosaurios tuvieron sistemas respiratorios similares a aquellos comúnmente encontrados en las aves modernas, puede haberles sido particularmente difícil el desenvolverse con niveles de oxidante rápidamente decrecientes, considerando las enormes demandas de sus voluminosos cuerpos.

En el 2002, los paleontólogos James E. Fassett y Robert A. Zielinski reportaron el hallazgo de un hueso de la pata de un Hadrosaurus en El Ojo, Nuevo México, Estados Unidos. Los restos datan de principios del Paleoceno, aproximadamente hace 64,5 millones de años. El descubrimiento es de excepcional significación científica, pues sugiere que algunos, quizá unos pocos, dinosaurios existieron aún en la Tierra por lo menos hasta medio millón de años después de la gran extinción. A estos sobrevivientes se los llama "Dinosaurios del Cenozoico". Se ha indicado que una explicación alternativa, y de impacto mucho menos dramático, podría ser que los restos hubieran sido desplazados hacia un estrato más reciente debido a tenues movimientos de tierra. No hay que olvidar que la teoría del meteorito como único causante de la desaparición es poco probable, y por consiguiente cualquier otro causante tardaría varios millones de años en desarrollar su actividad destructiva por completo, por lo que es posible que los restos de hadrosáuridos no fuesen más que los huesos de los últimos supervivientes de la gran extinción dinosauriana.

Cuando muchas especies de dinosaurios se extinguieron, los mamíferos se hicieron con sus nichos ecológicos y conquistaron rápidamente todos los continentes. Entre los más notables estaban los marsupiales, creodontos, roedores, cetáceos, proboscídeos, artiodáctilos y perisodáctilos. En el Terciario vivieron los ancestros de muchos mamíferos actuales. Evolucionaron también aves cazadoras gigantes como Gastornis, y los continentes fueron tomando la forma actual. A finales del Terciario aparecieron los primeros homínidos. Ya en el Cuaternario se produjo la última de las glaciaciones ("eras del hielo"), en la que los mamíferos gigantes como el mamut, el rinoceronte lanudo y el megaloceros proliferaron. Estas grandes bestias eran cazadas por Homo erectus y H. neanderthalensis, los cuales fueron reemplazados en el Holoceno por el actual H. sapiens…[1]

La Factoria Historica

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[1] Andrés, J.A. y Pérez-Lorente, F. (2005): La declaración de los yacimientos de icnitas de dinosaurio de la Península Ibérica como patrimonio mundial (IDPI). XXI Jornadas de la Sociedad Española de Paleontología. Gestión e Investigación de la Paleontología en el XXI. Sevilla 4-8 de octubre del 2005; Bravo, A.M., Vila, B., Galobart, A. y Oms, O. (2005): Restos de huevos de dinosaurio en el Cretácico superior del sinclinal de Vallcebre (Berguedà, provincia de Barcelona). Revista Española de Paleontología, Número extraordinario, 10: 49-57¸Le Loeuff, J. y Martínez, A. (1997): Afloramiento de icnitas de Titanosauridae en la zona de Fumanya (Maastrichtiense, Pirineo oriental): estudio preliminar. Geogaceta, 21: 151-153¸Sanz, J.L. (1999): Los dinosaurios voladores. Historia evolutiva de las aves primitivas. Ediciones Libertarias/Prodhufi, S.A. Mundo Vivo. 239 págs. ISBN 84-7954-493-7; Sanz, J.L. (1999): Mitología de los dinosaurios. Editorial Taurus. Pensamiento. 206 págs. ISBN 84-306-0348-4; Sanz, J.L. (2007): Cazadores de dragones. Historia del descubrimiento e investigación de los dinosaurios. Editorial Ariel. 420 págs. ISBN 978-84-344-5316-6; Sanz, J.L. y Buscalioni, A.D. (Coords.) (1992): Los dinosaurios y su entorno biótico. Ayuntamiento de Cuenca, Instituto "Juan de Valdés". Actas académicas, 4. 397 págs. ISBN 84-86788-14-5; Sanz, J.L., Buscalioni, A.D., Moratalla, J.J., Francés, V. y Antón, M. (1990): Los reptiles mesozoicos del registro español. C.S.I.C. Museo Nacional de Ciencias Naturales. Monografías, 2. 79 págs. ISBN 84-00-07036-4 [en los ejemplares figura el ISBN 84-7476-133-6]

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