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El parentesco de las aves y los dinosaurios

Tiempo atrás, ningún investigador discutió de una manera formal la proposición de un parentesco entre aves y reptiles. Existen pruebas suficientes de que ambos comparten algún antepasado distante, como es la presencia de escamas en las patas en las aves, y el hecho de que tanto unas y otros ponen huevos con cáscara. Existe una duda más precisa que ha dado lugar a pensar a muchísimos biólogos; entre los diversos grupos de reptiles reconocidos actualmente, ¿cuál es el que se aproxima más al linaje de las aves? El debate sobre los orígenes de las aves ocupó el primer plano en el pensamiento biológico y evolutivo en 1861, cuando tuvo lugar el descubrimiento de un esqueleto fosilizado que se parecía a un ave, en una cantera de piedra caliza de Solnhofen (Alemania). Esta cantera contenía rocas que databan del Jurásico superior, se caracterizaban por su grano fino y su excelente calidad. Todo esto explica la exquisita conservación no sólo de los huesos del ave, sino también de la marca del plumaje original alrededor del esqueleto.[1] El paleontólogo alemán Hermann von Meyer denominó al espécimen encontrado Archaeopteryx lithographica, que significa “ala antigua de piedra caliza litográfica”. Algún tiempo después, el Museo Británico “historia natural” se lo compró a su descubridor, el doctor Karl Häberlein.[2]...


El parentesco de las aves y los dinosaurios


A finales de la década de 1860 y comienzos de la siguiente el paleontólogo británico Thomas Henry Huxley defendió con ahínco la tesis de un parentesco entre los dinosaurios y las aves. Aunque por entonces todavía no se tenía una idea muy clara del concepto como grupo de los dinosaurios Huxley observó muchas similitudes entre ellos y las aves en la configuración de sus caderas y sus patas. Sin embargo los descubrimientos consecutivos en el Medio Oeste norteamericano. En 1926 Gerhard Heliman publicó un libro donde resumía de manera precisa el tema de los orígenes de las aves y pormenorizaba todos los factores anatómicos aparentemente pertinentes, incluidas anatomía de Archaeopteryx y la de una amplía variedad de reptiles fósiles. Esta oposición magistral del problema arrojó los siguientes resultados: entre todos los grupos útiles que podían considerarse antepasados de las aves.[3]


Teorías sobre el parentesco de los dinosaurios y las aves


Es a comienzos de la década de los años setenta del siglo XX cuando surgen las diferentes teorías y parentescos de los dinosaurios y las aves en lo que se le denomina el renacimiento de los dinosaurios. En 1970 Peter Galton sugirió que los parientes más cercanos de las aves eran los dinosaurios ornitisquios reviviendo una idea ya desechada por Heliman en 1926. Proponía como antepasado a un arcosaurio desconocido del Triásico medio provisto de una pelvis aviar. Ese animal aún hoy no ha sido hallado y, hoy por hoy, Peter Galton reconoce que se equivocó. En 1972 el doctor Alick Walker lanzó la idea de que las aves modernas tienen varias características en común con el Sphenosuchus un arcosaurio del Triásico parecido al cocodrilo. Walker proponía básicamente que las aves habían evolucionado a partir de un grupo de arcosaurios primitivos, de complexión ligera, parecidos al cocodrilo, algunos de los cuales se habían vuelto arborícolas, como había sugerido Heliman, mientras que otros se hicieron anfibios y dieron origen a los verdaderos cocodrilos. En 1973 John Ostrom resucitó la noción de que las aves descendían de un coelurosaurio. Ostrom observó bajo un detenido examen anatómico de Archaeopteryx que tenía más de veinte características en común con ese tipo de dinosaurios. Algunos de los puntos más significativos citados por Ostrom en favor de un antepasado terópodo para Archaeopteryx y, por ello, para las aves. Primero las caderas del Archaeopteryx nada tenían de aviares más bien quedaron aplastadas en esa postura durante la fosilización. Segundo los trazos de los terópodos y los del Archaeopteryx se asemejan hasta el último detalle y tercero las patas traseras y los pies de Archaeopteryx también son muy parecidos. El debate no se ha cerrado siendo las ideas originales de Heliman defendidas por doctores como Sam Tarsitano y Max Hecht que se han erigido en ardientes defensores en el sentido que las aves descendería de un arcosaurio triásico más remoto. Uno de los puntos más atrayentes y atractivos del conflicto en el parentesco de los dinosaurios y las aves son el origen del vuelo siendo un tema que ha atraído mucho la atención suscitando polémicas e inspirando varias doctrinas que en esencia se reducirían a dos: el vuelo evolucionó a partir de veloces animales terrestres o de arborícolas planeadores. Dentro de los terrestres corredores los principales partidarios de esta teoría han sido S. W. Williston en 1879, E.B. Nopsca en 1907 y J.H. Ostrom ya en el 1974 que postularon que los antepasados de las aves eran corredores veloces como los coelurosaurios con la interpretación de que las alas se desarrollaron como medio para aumentar la propulsión. Las mayorías de los paleontólogos no se muestran muy entusiasmados con la idea ya que las “protoalas” generarían una resistencia al avance o fuerza de ascenso considerable que no ayudaría a acelerar la carrera. La teoría de los Arborícolas planeadores la propuso Heliman siendo la teoría más popular. Según ella el vuelo evolucionó en etapas a partir de los esfuerzos de “protoaves” arborícolas a partir de sus miembros plumíferos para amortiguar las caídas o planear de un árbol a otro ofreciendo grandes ventajas como ahorro de tiempo y energías. Este proceso se ve como el más acertado permitiendo la transformación gradual de superficies planeadoras en alas.[4]


Estudios “modernos” de los dinosaurios y su relación con las aves


La evidencias actuales en el parentesco de los dinosaurios y las aves no solo se basa en las características óseas; la etología (estudio del comportamiento animal) ha revelado importantes pruebas como la encontrada en los fósiles de dinosaurios oviraptoridos como Citipati osmolskae, descrito por Norell y Clark en el 2001; este dinosaurio fue encontrado en posición de “empollamiento”: el organismo se encontraba sobre la nidada con los brazos extendidos dando evidencia indirecta de que los brazos se encontraban emplumados; dicha posición solo es conocida en aves actuales. En 1997 David Varrichio y colaboradores describen en Nature los restos de un terópodo americano (Troodon formosus) sobre un nido con cinco huevos; por si fuera poco, el paleontólogo chino Xing Xu, describe el esqueleto de un pequeño troodontido de la formación Yixian. En China dicho fósil se denomina Mei long (dragón dormido); el cuerpo descansa sobre las patas traseras mientras las patas anteriores se hayan plegadas, el cuello se pliega sobre la espalda como en posición de descanso de una ave actual. La evidencia zoológica que sustenta la relación dinosaurios-aves es la presencia de una cáscara estratificada en el cascarón de ambos grupos; las aves en sus huevos presentan tres capas de conformación, los dinosaurios dos y los reptiles, en general, tan solo una, por tanto, estos últimos están menos relacionados con las aves. Las evidencias tegumentarias también aportan fuertes argumentos para entender la relación dinosaurios-aves. En la actualidad solo las aves tienen plumas, pero esto no fue siempre de esta manera, ya que desde 1996 se ha encontrado un número creciente de dinosaurios emplumados.


Si bien con anterioridad ya se intuía la presencia de plumas, fue hasta ese año cuando se tuvo la evidencia fósil la cual fue hallada principalmente en la provincia de Liaoning, China: en octubre de 1996, el profesor Chen Pei-ji, del Instituto de Geología y Paleontología de Naijing, presentó en la Reunión Anual de la Sociedad de Paleontólogos de Vertebrados, un fósil de dinosaurio terópodo de tipo coelurosaurio, el cual tenía el lomo y la cola cubiertos por estructuras semejantes a plumas filamentosas; el fósil y nombrado en 1997 Sinosauropterix prima. En 1998 se dan a conocer otros dos dinosaurios bípedos, terópodos maniraptores emplumados, descubiertos en China: Protarchaeopterix robusta y Caudipterix zoui. Un año después aparecieron otros dinosaurios emplumados en la misma provincia, el primero fue descrito por Xu, Tang y Wang y fue nombrado Beipiosaurus inexpectus; además de las estructuras tegumentarias, es relevante el hecho de que este espécimen es el dinosaurio terópodo therizinosaurio más grande encontrado en esta área, como lo denotan Xu y colaboradores en 1999; el segundo fue el Sinornithosaurus millenii, que medía aproximadamente 1.3 metros de longitud; sus brazos y manos eran proporcionalmente muy largos; tenía dientes en forma de daga y una cola rígida, y la capa tegumentaria (protoplumas) que cubría su piel constaba de dos tipos de estructuras: fibras simples organizadas en haces, y plumas con un eje central y barbas, pero sin las bárbulas de las plumas más evolucionadas. Para el año 2000, otra vez Xu describe un dinosaurio dromeosáurido singular al que denomina Microraptor zhaoianus. Este organismo, según el autor, es tan pequeño como Archaeopteryx, apoya la teoría de que los dinosaurios redujeron su tamaño para poder volar. Hasta ese momento los dinosaurios emplumados eran más grandes que las aves voladoras, pero este dinosaurio emplumado de apenas 77 centímetros de longitud, fue sorprendente debido a que presenta dos pares de alas con plumas asimétricas por lo que se considera que podía volar.


Según varios autores, la función de estas plumas en dinosaurios emplumados era actuar como aislante térmico. Actualmente se discute si presentaban una patrón de coloración; en algunos dinosaurios se observan grandes plumas a manera de penachos en la cabeza, o abanicos en la cola como en Caudipteri; por si fuera poco quizás denotarían dimorfismo sexual. Otros dinosaurios emplumados son por ejemplo el Epidendrosaurus ningchengensis, Cryptovolans, Scansoripteryx, Sinovenator changüí, Incisivosaurus gauthieri en el año2002, Microraptor gui, Yixiannosaurus en 2003, Dilong en 2004, Pedopenna y Jinfengopteryx en el año 2005, entre otros. También el famoso Velociraptor tenía plumas, como lo demuestra el hallazgo realizado en 2007 por Turner y colaboradores en Velociraptor mongolensis, un dromeosaurio común del Campaniano encontrado en la formacion Djadokhta, Mongolia. En este ejemplar se encontraron en el antebrazo 18 papilas plumosas de inserción. En el año 2000, Rusell y Fisher realizaron análisis de tomografía computarizada, y revelaron una compresión de ferrosa en la región del pecho de un dinosaurio ornistisquio (Theceslosaurus neglectus), así como la pre-sencia de un corazón tetracavitario. Debemos señalar que los dinosaurios, aves y cocodrilos pertenecen al grupo arcosauria (reptiles predominantes), y esta característica nos puede indicar una alta tasa metabólica como ocurre en mamíferos y aves. En 2005, la investigadora norteamericana Mary H. Schweitzer de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, encontró evidencia de hueso medular en un fémur de T. rex; dicho descubrimiento apoya más la teoría, pues solo las aves presentan este tipo de hueso al momento de colocar su nidada; además, se pudo determinar el sexo del T. rex, pues las hembras producen este tipo de hueso. Con base en estudios de fósiles, Peter L. Larson propone la presencia de forámenes neumáticos, en Archaeopteryx, terópodos y saurópodos. Patrick O’Connor plantea que los grandes terópodos poseían un sistema de sacos aéreos similar al que se encuentra en las aves modernas. Por su parte, Paul Sereno menciona la pre-sencia de estas estructuras en Aerosteon riocoloradensis, dinosaurio therópodo reportado en 2008 y encontrado en rocas del Cretácico Superior en Argentina. Los nuevos estudios basados no solo en caracteres morfológicos, sino oológicos, tegumentarios e inclusive etológicos refuerzan la teoría de que existe una clara relación evolutiva entre los dinosaurios y las aves. La sistemática cladista aplicada a la relación dinosaurios-aves en la década del ochenta por Padian, Gauthier, Benton, Sereno, entre muchos más, ha propuesto a la familia Dromeosauridae (Deynonychus, Velociraptor, Dromeosaurus Sinornithosaurus, etcétera) como grupo hermano de las aves, y por tanto se considera que las aves son dinosaurios-saurisquios-terópodos, y en conjunto las aves y los dromeosáuridos forman el clado maniraptora. El cladismo apoya este vínculo de la siguiente manera: de acuerdo a la adquisición de las características avianas, el análisis refleja los nodos Theropoda-Tetanurae-Coelurosauria-Maniraptora y aves, definiendo el clado Theropoda por la presencia de tres dedos en los piesfuncionales; tetanuros por la presencia de clavículas fusionadas formando una fúrcula, y las extremidades anteriores con tres dedos. Este grupo de dinosaurios carnívoros está representado por géneros como Cryolophosarus, Allosaurus, entre otros, que caminaban sobre los tres dedos de los pies y su progresión es de tipo mesaxónica (de los dedos ii, iii y iv, el tercero es el principal en la locomoción) con organismos cursoriales y subcursoriales. El clado Maniraptora se define por la presencia del carpal en forma semilunar y, además, por características particulares en la escápula y el coracoides, y por el hecho de que el esternón se osifica formando una placa rígida. Finalmente, el clado aves se define por la presencia del primer dedo del pie invertido y seis vértebras caudales, dando claras pistas de la relación filogenética de los mismos. paradigma de que los dinosaurios se extinguieron en el límite Cretácico–Terciario está siendo cuestionado, pues se considera que los dinosaurios avianos nos acompañan en la actualidad y les denominamos aves.[5]


Problemas académicos en la evolución de las aves


Constan a efectos académicos varios problemas a la hora de afrontar el parentesco de los dinosaurios con las aves actuales siendo el más importante la existencia deuna cronología problemática. Esta sucesión podría parecer como el escenario ideal en la perspectiva darwiniana de la evolución. Los eslabones que faltaban aparecen unos tras otros hasta completar la cadena evolutiva de los pájaros con una evidente progresión. Desgraciadamente, este orden tan bonito, no es del todo perfecto. Recientemente se ha encontrado el Microraptor zhaoianus, un terópodo maniraptor del Cretácico Inferior de China, más pequeño que el Archaeopteryx, que eliminaría la disparidad de tamaño existente entre los pájaros primitivos y sus ancestros terópodos más cercanos mencionados por Feduccia. Este terópodo, sin plumas, estaría por su tamaño preadaptado al vuelo y habría tenido como el Archaeopteryx un modo de vida arborícola. Sin embargo, es posterior a este, como también lo son los “dinosaurios con plumas” (Protarchaeopteryx, Caudipteryx) y más claramente aún los Alvarezsaurios (Mononykus, Shuvuuia), que tienen plumas pero son demasiado grandes y tienen los miembros anteriores demasiado cortos para el vuelo. El Bambiraptor, que tendría las proporciones adecuadas es mucho más grande y más reciente. El origen del vuelo, por lo tanto, no está por ahora suficientemente clarificado con los fósiles, ya que no presentan por el momento un buen intermedio. El origen de las plumas no está tampoco dilucidado siendo todavía un problema mayor. Este año [2001] algunos investigadores han dado énfasis a las similitudes entre las escamas del Longisquama con las plumas de ciertos periquitos, con lo que ha vuelto a resurgir, según un periodista, la leyenda de los reptiles con plumas. Sin embargo, estas similitudes fueron enseguida puestas en duda. En 1990, Wellnhofer decía: «La opinión según la cual las plumas provienen de las escamas de los reptiles no está respaldada por los descubrimientos paleontológicos». Esta declaración sigue siendo de actualidad. En la actualidad la mayoría de los paleontólogos están de acuerdo en el hecho de que las plumas habrían aparecido primero en ciertos terópodos y que los pájaros a posteriori las hubieran usado para volar.


Recientemente se han descrito dos maniraptores dromeosáuridos, Sinornithosaurus millenii y NGMC 91, portadores de filamentos aislados, en manojo y ramificados. La serie de Sinosauropteryx-NGMC 9-Sinornithosaurus-Protarchaeopteryx-Archaeopteryx mostraban una progresión en la evolución de las plumas. Partiendo de los filamentos huecos y aislados del Sinosauropteryx, pasaríamos a los manojos y a los filamentos ramificados, parecidos a plumas, de NGMC 91 y de Sinornithosaurus, y después a plumas verdaderas, aunque simétricas, de Protorchaeopteryx y Caudipteryx y por fin a las plumas asimétricas del Archaeopteryx y de los pájaros modernos. Aunque interesante, esta serie es considerada como una hipótesis por sus propios autores. Aquí también la cronología supone un problema, porque las plumas asimétricas aparecen antes que los diferentes tipos de filamentos. Considerando esta hipótesis, la evolución progresiva de las plumas se hubiera hecho obviando la funcionalidad del vuelo. Los pájaros no tendrían más que fabricar sus alas a expensas de estos apéndices ya hechos por completo. Otro problema es que no hay un precursor del aparato respiratorio. Charles Devillers y Henry Tintant han suscitado otro problema importante, el de los pulmones de las aves con su complejo sistema de sacos alveolares. Según ellos, nada presagia que exista este tipo de pulmón en los vertebrados ya sean batracios, reptiles o mamíferos todos ellos con pulmones con alvéolos. Otra de las problemáticas es que existen vestigios de pájaros más antiguos que el Archaeopteryx ya que en 1992 se encontraron huellas de pájaros en África y América del Norte en estratos inferiores a los que contienen al Archaeopteryx. Añadiendo estos descubrimientos al del controvertido Protoavis del Triásico Superior se considera menos probable un origen dinosaúrico de los pájaros debido al poco tiempo que se cree correspondería para que ciertos dinosaurios se transformaran en pájaros. Generalmente estas huellas son ignoradas. El caso desafortunado del Archaeoraptor en el que supersticiones, afortunadamente escasas, han empañado la historia de la paleontología confundiendo la evolución de los diferentes estudios. Los fósiles de pájaros no han estado ajenos a ellas ya que en el 1999 aparecía en el National Geographic, la descripción de un fósil, el Archaeoraptor, que enseguida se reconoció como falso, montado pieza a pieza por uno de los cada día más numerosos traficantes con ánimo de lucro y poco escrupulosos con las preocupaciones científicas. Este incidente originó numerosas reacciones, por ejemplo la de Henry Gee de la revista Nature: los especialistas pueden dejarse engañar más fácilmente cuando el fraude «corresponda con mayor exactitud con lo que se está deseando encontrar»…[6]

La Factoria Historica

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[1] El Archaeopteryx se considera la primera ave conocida. Es uno de los fósiles más interesantes porque aporta importantes evidencias que apoyan la teoría de que las aves evolucionaron a partir de un antepasado dinosaurio.[1] Esta ave disponía de un hocico medianamente largo y estrecho. Las mandíbulas presentaban un parecido superficial con las de un ave, pero tienen dientecillos muy puntiagudos mientras que todas las aves modernas poseen picos córneos desdentados. Las “alas” no eran del todo aviares, conservaban tres dedos separados y con garras. En cambio, la articulación del hombro incluye una fúrcula netamente aviar, que representaría las clavículas fusionadas de los reptiles primitivos. La configuración de los huesos coxales nos indica que constaba de una cadera aviar con el pubis paralelo al isquion. Los pies y patas, generalmente delgados, poseían el primer dedo revertido, pero más bien corto. Hay un punto distinto respecto a otros animales voladores (aves y pterosaurios): los conductos neumáticos que atraviesan los huesos largos, haciéndolos aun más ligeros. NORMAN David y SIBBICK John. Atlas ilustrado, susaeta ediciones, S.A. titulo original: Dinosaurs, p. 342

[2] Ocho años después del descubrimiento del Archaeopteryx Thomas Huxley lanzó la idea siguiente: las aves habían evolucionado directamente de los dinosaurios. Y fue aquí donde comenzaron las discusiones, algunos paleontólogos apoyaban el punto de vista de Huxley, mientras otros se oponían de manera rotunda. Es entonces cuando se formaron dos bandos, los partidarios de los dinosaurios, que sostenían que las aves son los descendientes vivos de los dinosaurios, y el de las aves, que creían en el carácter poco comparable de este grupo de animales. Algunos descubrimientos llevados a cabo en China en la década de 1990 aportaron pruebas muy concluyentes a favor del grupo de paleontólogos que apoyaba la idea de Huxley. Cuando Thomas Huxley expresó por primera vez que las aves eran descendientes directos de los dinosaurios pareció algo totalmente obvio; y es que señaló hasta 35 características que compartían ambos grupos, entre ellas el poco peso de los huesos, la postura bípeda, la mano/ala de tres dedos y los talones articulados. Durante décadas, los científicos buscaron de forma activa otras posibles teorías referentes a los posibles antecedentes de las aves. Se propusieron teorías bien distintas, según las cuales descendían de los pterosaurios, de los cocodrilos, de los mamíferos y de los lagartos. HAINES Tim, Paseando con dinosaurios: una historia natural. Ediciones B, grupo Zeta Z. BBC. año: 2000. paginas 188-189

[3] Fue el Magnate Andrew Carnegie el que impulsó el desarrollo de excavaciones en Estados Unidos, de las que resultaron diversos esqueletos de una nueva especie de diplodocus, Diplodocus carnegii, de la cual mandó fabricar réplicas a fin de aumentar su ego y preservar su nombre en la historia, regaladas a importantes reyes y jefes de estado, y que se encuentran en París, Viena, Madrid, San Petersburgo, Frankfurt, Bolonia, La Plata y México —expuesta en el Museo de Historia Natural de la Ciudad de México. En África, en localidades de Tendaguru, hoy Tanzania, entre 1907 y 1912 el paleontólogo y geólogo alemán Werner Ernst M. Janensch descubre uno de los más grandes dinosaurios hasta ese momento, Brachiosaurus branchai, además de un esqueleto del estegosaurio Kentrosaurus y, posteriormente, en 1914, Dicraeosaurus, y en 1929 Elaprhosaurus. En las década de los veintes, Roy Chapman Andrews visitó los yacimientos de Mongolia, adonde regresa en varias ocasiones y descubre dinosaurios como Psittacosaurus, Velociraptor, Pro toceratops y Oviraptor. El primer informe de dinosaurios en México fue realizado por el paleontólogo alemán Werner Janensch en 1926, y trataba de los restos óseos del ya cimiento La Soledad, en el municipio de Ramos Arizpe, ubicado al oeste de Coahuila, atribuidos a un ornistisquio de la familia Ceratopsidae, un dinosaurio cornudo del genero Monoclonius, propio del Cretácico superior de Norteamérica. Posteriormente, Richard Swan Lull y Nelda. E. Wright describieron en su monografía sobre los hadro saurios de Norteamérica restos hallados en Sonora en 1942 en una localidad denominada N. 49, atribuibles a la familia Ha drosauridae, los pico de pato, ma terial que fue enviado al paleontólogo Barnum Brown, quien determinó que los restos eran los más australes para dicha familia. En Baja California Norte, en 1954, W. Lanston Jr. y M. H. Oakes, de la Universidad de California, encontraron más restos de Hadrosauridae. En Argentina, a finales de esa década, Oswaldo A. Reig descubrió los primeros restos del dinosaurio basal Herrerasaurus en yacimientos del Triásico Triásico superior de Ischigualasto, cuyo descubrimiento fue hecho por Victorino Herrera, miembro de la expedición realizado por la Escuela Nacional de Tucumán, a quien fue dedicada la especie. JIMENEZ, Francisco Javier; PINEDA Maldonado, MARCO Antonio, Los dinosaurios terribles lagartos, Ciencias, núm. 98, abril-junio, 2010, Universidad Nacional Autónoma de México, México, pág. 26-37

[4] Este paradigma apoyado por Heilmann se mantuvo hasta la segunda mitad de la década de los sesentas. En la actualidad la evidencia osteológica en dinosaurios ha demostrado la presencia de fúrcula; esta estructura ha sido hallada en diversos dinosaurios terópodos, como el reportado por Charles Lewis Camp en Segisaurus (Coelophisidae) en 1936 y por Henry Fairfield Osborn en Oviraptor (Oviraptoridae) en 1924 como lo reporta Ostrom en 1973. Un fósil hallado en Mongolia, asignado a Velociraptor mongolensis, (Dromaeosauridae) presentado y estudiado por Mark Norell tiene una clara fúrcula fusionada. Con estas pruebas óseas se da por terminado el debate de que los dinosaurios no podían ser antecesores de las aves porque no tenían fúrcula; por ello, con estos fósiles, se hace más estrecha la relación dinosaurios-aves. Actualmente se sabe que la presencia de la fúrcula es un carácter compartido derivado (sinapomorfia) de un grupo de dinosaurios denominados tetanuros (cola rígida) que incluye desde géneros. JIMENEZ MORENO F. J. Dinosaurios en la actualidad: la relación evolutiva dinosaurios-aves. Elementos 76 (2009) 31-37

[5] Los yacimientos principales en los descubrimientos actuales han sido los de Las Hoyas (provincia de Cuenca) en España y los de la provincia de Liaoning en China. Se han descrito dos grupos de pájaros: los Enantiornithes en los que las adaptaciones al vuelo han evolucionado bastante pero que sin embargo poseen una caja torácica, una pelvis y unas patas parecidas al Archaeopteryx, y los Ornithurines mucho más cercanos a los pájaros actuales. Los Enantiornithes de España (Iberomesornis romerali, Noguerornis gonzalesi, Concornis lacustris, Eoalulavis hoyasi) y de China (Sinornis santensis, Confuciusornis sanctus, Cathayornis yandica) tienen en común las alas y una cintura escapular de aspecto bastante actual. Los dedos sin embargo no están del todo soldados y tienen garras. La cintura escapular es rígida debido a que las coracoides están bien fijadas a la horquilla y al esternón. El esternón posee una quilla o xifoides que permite la inserción de los potentes músculos pectorales a la caja torácica. Estos pájaros del tamaño de un gorrión, eran sin lugar a dudas capaces de volar más tiempo y de empezar a volar con más facilidad que el Archaeopteryx. Sin embargo, han mantenido la cintura pelviana y las patas con características primitivas. El pigóstilo es alargado y la parte distal del tarso-metatarso no está fusionada. El número de vértebras dorsales está entre las del Archaeopteryx y las de los pájaros modernos que son menos. El primer dedo se opone a los otros lo que le permite encaramarse. El Confuciusornis santus posee también un pico córneo sin dientes como los pájaros modernos. Se han encontrado Enantiormithes también en Australia (Nanantius), en Mongolia (Gobipteryx, Apsaravis), en Alabama (Ichthyornis ) y en Méjico (Alexornis), lo cual prueba una vasta distribución. Se han descubierto ornithurinos antiguos en China (Chaoyangia beishanensis), en Mongolia (Ambiortus dementjevi) y en Inglaterra (Enaliornis). Tienen la parte distal del tarso-metatarso fusionada. Presentan costillas con apófisis uncinosas. Tienen algunas características primitivas, pero con una horquilla elástica, su carpo-metacarpo y su quilla están muy desarrollados y por lo tanto están más próximos a los pájaros modernos que los Enantiornithes. El último Ornithurines descrito, el Apsaravis ukhaana, del Cretácico Superior de Mongolia se dice que viene a rellenar el hueco entre el resto de Ornithurines y los pájaros modernos o Aves. SAUVAGNAT Jacques, Los pájaros: ¿dinosaurios con alas?, Science & Origenes, número 1 (2001, 1r semestre): 1-14

[6] Alan Feduccia pone en duda las similitudes entre dinosaurios y pájaros. Recuerda que los cuatro dedos de los dinosaurios no corresponden tras su desarrollo embrionario al de los pájaros. Según él, la sucesión en el tiempo de los fósiles se opone a la teoría de Ostrom. No descarta la posibilidad de la existencia de pájaros más evolucionados que el Archaeopteryx desde el Triásico Superior, época en la que los primeros dinosaurios no tenían características derivadas comunes. Los dinosaurios como el Deinonychus, que se utilizan habitualmente para demostrar las relaciones entre los dinosaurios y los pájaros, datan del Cretácico Inferior y se suponen 40 millones de años más jóvenes que el Archaeopteryx. Los dinosaurios más próximos a los pájaros son del Cretácico Superior, supuestamente posteriores al Archaeopteryx en al menos 75 millones de años. Considera también que los dinosaurios no están dotados para el vuelo: son demasiado grandes y sus miembros anteriores demasiado cortos. De ahí viene, según él, el apego de los partidarios de la teoría de que los dinosaurios tienen un origen en el vuelo de los pájaros a partir de ancestros corredores y a la noción de dinosaurios de sangre caliente cubiertos de plumas aislantes. SAUVAGNAT Jacques, Los pájaros: ¿dinosaurios con alas?, Science & Origenes, número 1 (2001, 1r semestre): 1-14

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