El derretimiento de los casquetes glaciares conllevó un aumento paulatino del nivel del agua en el mundo, que inundó varias cordilleras terrestres y cambió la faz del planeta. Gran parte del litoral americano desapareció y, cuando el arco terrestre entre Alaska y Asia quedó sumergido, se formó el estrecho de Bering. Gran Bretaña quedó escindida de Europa por el Atlántico y nacieron el mar del Norte y el canal de la Mancha. Alrededor del año 5600 a. c., las aguas del Mediterráneo se abrieron paso entre la tierra que unía Turquía y Bulgaria, originando el Bósforo e inundando y ampliando un pequeño lago de agua dulce para crear el mar Negro, de agua salada. Este evento catastrófico acarreó el desplazamiento de un gran número de personas que hasta la fecha había vivido a las orillas de aquel lago de agua dulce. Muchas de ellas se dirigieron hacia Egipto; otras avanzaron hacia el sur, hacia las tierras fértiles situadas entre los ríos Éufrates y Tigris. Fue allí donde se fraguó el primer compendio de ciudades-estado. Esta zona situada entre el Éufrates y el Tigris actualmente Iraq se bautizó con el nombre de Mesopotamia nombre que proviene del griego, meso: “medio”, potomos: “río”, “entre ríos”. Los sumerios, un pueblo agricultor y pescador, estaban afincados en esta región que, con su fértil suelo regado por ambos ríos y sus afluentes, proporcionaba alimento suficiente para sustentar a poblaciones mayores. El deshielo de los montes de Armenia entre mayo y septiembre y el material de aluvión que arrastraban los grandes ríos permitió un enorme rendimiento agrícola. Fue aquí donde se inventó el primer sistema de escritura del mundo, denominado escritura «cuneiforme», para registrar el flujo de bienes y productos traído por el florecimiento del comercio. Mesopotamia se considera el primer ejemplo de una verdadera civilización, pero no era esta una gran ciudad, sino una región dominada por ciudades-estado unidas por una cultura e intereses comerciales comunes. La Mesopotamia asiática, con sus trascendentales ríos Tigris y Éufrates, fue el ámbito donde se desarrollaron culturas urbanas que se encuentran entre las civilizaciones humanas más antiguas. Allí se modelaron nuevas organizaciones de vida, que dejaron su impronta en las sociedades futuras y nos brindaron, junto con Egipto, los primeros testimonios escritos de la historia.
La Mesopotamia, por ser una zona de fácil acceso desde África, Asia o Europa, se convirtió en un lugar de paso de variados pueblos. Esto se debió a que fue una región “abierta” en el que por el Oeste, los desiertos de Siria y Arabia, fue una zona recorrida por pueblos seminómadas que luego cruzaron el Éufrates, y por el Norte, los montes de Armenia. El Tigris y el Éufrates forman una especie de ‘embudo” que invita a cualquier pueblo montañés a bajar y al Este, el Irán, meseta que siempre codició la riqueza de la Mesopotamia y de la que está separada por los montes Zagros en el que al Sur, está situado el golfo Pérsico. Estas condiciones geográficas influyeron en la evolución histórica de la región. Mientras que Egipto disfrutó de aislamiento y seguridad durante siglos, en la Mesopotamia se presentaron constantes variaciones, incursiones de pueblos, sucediéndose una dominación tras otra. En su mayoría, estos pueblos eran de origen semita, provenientes del desierto arábigo. En la Mesopotamia podemos distinguir dos zonas con diferencias históricas y geográficas. Al Sur, la Baja Mesopotamia más tarde Caldea, llanura con tierras fértiles gracias a las inundaciones de los ríos. En la antigüedad esta zona fue habitada por pueblos diferentes en el que en un principio, en lo zona Sur de la Baja Mesopotamia, se asentaron los sumerios o súmeros. Esta región tomó entonces el nombre de Súmer. Luego, en lo zona media de lo Mesopotamia se instalaron los acadios. Su territorio se llamó Akkad. Posteriormente llegaron otros pueblos, como los amorreos y los caldeos y al Norte, la Alta Mesopotamia o Asiria, zona de montañas, con clima muy riguroso y poca vegetación. En esta región vivieron los asirios. En general, los pueblos que ocuparon la Mesopotamia fueron de origen diverso, que tuvieron un gobierno monárquico, teocrático y absoluto. Con los sumerios, la Mesopotamia estaba dividida en ciudades-estados, también podríamos llamarlas “cíudades-templos”; en el que cada ciudad con su territorio circundante era un templo, desde allí quien gobernaba se dirigía a la población. En esta etapa, la política y la religión estaban íntimamente relacionadas. El gobernante era el príncipe-sacerdote, era el “sumo sacerdote” o “patesi", que representaba a la divinidad, aunque no era el dios, como en Egipto, en donde el faraón era "el mismísimo Horus”. El sacerdote administraba el gobierno de la ciudad, los ingresos del templo, conducía a los soldados, vigilaba el mantenimiento de los canales y organizaba el culto. El templo desempeñaba entonces un papel fundamental. Era el eje de la vida política, religiosa y también económica. Después, con la expansión de las ciudades sumerias, la administración se hace más completa y se produce un cambio en las atribuciones del patesi, quien se dedicará en adelante exclusivamente al culto. Jefes militares convertidos en reyes desempeñarán el resto de las funciones. Estos reyes mantendrán la división de la Mesopotamia en pequeños Estados en el que cada ciudad, por ejemplo Ur o Eridu, era un Estado en sí misma, con sus propias instituciones de gobierno, no dependía de un poder mayor regional ni imperial. Su único lazo de unión con el resto de ciudades-estados sumerias era la cultura como era la escritura, las creencias y el lenguaje. Esto se mantiene hasta la unificación realizada por los acadios.
Los acadios organizaron el primer imperio o Estado unificado de la Mesopotamia. Su poder era reconocido por casi todas las ciudades mesopotámicas. Su organización política, a diferencia de la sumeria, tendrá como elemento más importante el palacio; el rey posee mayor poder que los sacerdotes. Hamurabi, rey de Babilonia, completará posteriormente este período, perfeccionando la organización política, militar y administrativa. Pero los reyes más poderosos de Mesopotamia fueron los asirios. Su imperio fue el más poderoso formado hasta el momento en toda la región. Sus audaces y crueles guerreros organizaron los sistemas de defensa de la zona y un ejército permanente compuesto por la infantería, la caballería y los carros de guerra. El rey asirio vivía rodeado de cortesanos. Todos los súbditos del imperio eran servidores del monarca y le debían obediencia absoluta, tanto el campesino como los ministros. Todos eran serviciales ante el rey, como si fueran esclavos. Desde su lujoso palacio gobernaba provincias y reinos con férrea mano. Su poder era despótico, sin límites de ninguna clase, está descrito por sus propios relatos de campañas, donde se enumeran las cabezas cortadas, las destrucciones de ciudades, las matanzas y mutilaciones, con orgullo y lactancia. En síntesis se puede decir que hasta la formación de los grandes imperios semíticos como los acadios y asirios, la organización política de la Mesopotamia se basaba en “ciudades-estados”, que comprendían un núcleo urbano y el área rural circundante, con un régimen económico y político independiente. La justicia fue administrada por jueces, en principio arbitrarios, pero luego sujetos a las sabias disposiciones del código de Hammurabi, que estableció la ley del Talión, sintetizada en la frase “ojo por ojo, diente por diente”, es decir que la pena debía estar en relación con la ofensa. No obstante su rigor, este código mitigó los castigos y estableció un orden jurídico admirable para su época, que constituyó un modelo para otros pueblos de la antigüedad. Las características del medio geográfico favorecieron el desarrollo de la agricultura, que proporcionó durante siglos cosechas abundantes de cereales, siempre con ayuda de riego artificial. De ahí que existiera un control muy severo de parte de las autoridades, sobre la distribución del vital elemento que era el agua y por lo tanto del mantenimiento de los canales que permitían la irrigación. La red de canales fueron construidos con tanta perfección que aún sirven como modelos para las autoridades agronómicas del actual Irak. Estos canales aumentaron la superficie de cultivo y posibilitaron el desarrollo de la civilización. Los productos de cultivo más importantes que obtuvieron fueron los cereales, como el trigo y la cebada, y los frutos de la palmera como los dátiles. En tiempos de los sumerios, el templo era el núcleo de la vida económica, el centro de la administración de tierras, del sistema de riego y del comercio. También era el centro de reunión de los artesanos. Por lo tanto, el templo tenía una vida animada, desde allí se almacenaban los granos, se rendían los tributos y reposaban las caravanas comerciales. También allí se radicaban el culto, la administración de justicia y la educación. Además, el templo otorgaba préstamos a personas necesitadas.
Las artesanías estaban más desarrolladas que en Egipto y se producían telas, armas y joyas que los mercaderes cambiaban por otros elementos inexistentes en la Mesopotamia, como el cobre y el estaño. Trabajaron con especial dedicación el cuero, con el que fabricaron calzado, odres, cascos, corazas, escudos y barcas, llamadas keleks. No circulaba moneda, pero conocían el crédito, es decir, el préstamo con interés. Además constituyeron sociedades comerciales de eficiente funcionamiento. Los mercaderes se enriquecían con riesgo y gozaban de consideración social. La organización económica de la Mesopotamia, a semejanza de lo egipcia, era tributaria. Se exigían impuestos diarios y excepcionales. Para evitar el fraude, las autoridades llevaban a cabo un cálculo de las cosechas y las controlaban por medio de comisiones especiales, integradas por funcionarios del templo, escribas y vecinos. Posteriormente, los príncipes se independizaron del templo y erigieron su propio palacio; las funciones económicas pasaron entonces a este último. La Mesopotamia, al igual que Egipto, carecía de materias primas básicas como la madera, la piedra y los metales. Esta carencia se solucionó por intermedio del comercio en la que la madera se importaba de Fenicia, la piedra desde el Elam, y los metales provenían de la meseta de Anatolia. Estas transacciones comerciales se hacían mediante el trueque, ya que los mesopotámicos, como se dijo anteriormente, no conocían la moneda. Sí tenían elementos como medidas de valor como por ejemplo los lingotes de metal sellados o la cantidad de cereales. Podemos conocer lo estructura social de la Mesopotamia gracias al Código de Hamurabi. La primera distinción importante entre las personas era lo división entre los hombres libres y los esclavos. Los esclavos en la Mesopotamia, a diferencia de Egipto, eran muy numerosos, generalmente llegaban a serlo los prisioneros de guerra. Entre los hombres libres existían varios grupos sociales como eran el rey, los funcionarios importantes, los sacerdotes y, entre los asirios, los grandes jefes militares que formaban la nobleza. Integraban un grupo privilegiado, con grandes extensiones de tierra, y constituían el sector social más encumbrado. Llegaron a ocupar un papel destacado en la sociedad, ya que se enriquecieron gracias al intercambio. Se encargaban del gran comercio y recorrían vastos territorios en el que trabajaban al servicio del rey o del templo y también en forma particular Muchos de ellos vivían en las ciudades. Formaban el grupo social más numeroso, ya que el régimen económico de la Mesopotamia era agrícola. En los primeros tiempos sólo trabajaban para el templo. Luego, los reyes fueron otorgando donaciones y los campesinos pudieron trabajar parcelas propias; surgió así la propiedad privada. El Código de Hamurabi nos permite conocer la vida y las costumbres de la Mesopotamia. Los delitos eran duramente castigados según la mencionada anteriormente ley del talión, ‘ojo por ojo, diente por diente”, principio por el cual el que comete un delito es castigado con una pena semejante al daño que cometió. La pena de muerte era muy frecuente.
La familia mesopotámica estaba basada en la monogamia. El matrimonio sólo podía darse entre hombres y mujeres libres, no con esclavos. Entre los asirios, el matrimonio se realizaba luego de un intercambio de regalos; en caso de adulterio, el marido podía matar a la mujer, luego debía esperar cinco años para volver a casarse. El esclavo podía fundar una familia entre sus iguales, que no se disolvía por venta. En el ámbito espiritual los sentimientos religiosos impregnaban toda la vida de los habitantes de la Mesopotamia antigua. Adoraban a muchos dioses, representados como fenómenos naturales o con características antropomórficas. Además de la devoción oficial, sostenida por los sacerdotes, había un sentimiento muy profundo en el pueblo mismo que se vinculaba fundamentalmente a la naturaleza, a la tierra. Existía una devoción sobre el ‘brotar, florecer y desaparecer” anual que presentaba la naturaleza y que en el Súmer antiguo se vinculaba con la vida y la muerte, con la creencia en el más allá. Por otro parte, se puede relacionar la envergadura de estas creencias con la importancia que tenía la agricultura para la vida de los pueblos sedentarios. Las ideas sobre el renacer anual se manifestaban en forma de “nupcias sagrados” entre lnana que era la diosa madre de la tierra, de la fecundidad y del amor y Dumuzi que era el pastor divino, protector de los rebaños y dios de la vegetación, en la que la unión daba fecundidad y nueva vida a los fieles que participaban”. Esta creencia, y la celebración en primavera de las bodas divinas era fundamental en la religión del antiguo Súmer. Las celebraciones no eran exclusivamente simbólicas, sino que en general las realizaban el sumo sacerdote, en representación de Dumuzi, y la sacerdotisa principal, en representación de lnanna. Más tarde, lshtar y Tammuz representaron la pareja sagrada para los semitas de la Mesopotamia. Entre los numerosos dioses mesopotámicos, además de los mencionados, cabe señalar a Enlil, señor del viento y la tempestad, conductor de destinos y señor de las tablas de la suerte y a Marduk, dios creador y bienhechor de Babilonia, que llegó a tener mucha importancia y se convirtió en el dios de toda la Mesopotamia. Los poemas sobre los héroes constituyeron un aspecto original de la religión mesopotámica. Los héroes eran personajes semidivinos, especie de transición entre dioses y hombres. Es famosa la epopeya de Gilgamesh, sabio que luchó por alcanzar la inmortalidad para todos los hombres sin éxito. Una costumbre muy extendida en la Mesopotamia fue la adivinación. Esta práctica podía realizarse en varias formas. “Predecían el futuro” mediante el examen de las vísceras de un animal sacrificado en el que el hígado de un cordero o de un cabrío, por ejemplo, era considerado la imagen del dios consultado. También realizaban presagios observando la forma de las nubes y el movimiento de los astros. Se los considera los inventores del horóscopo, en la adivinación del porvenir de las personas de acuerdo con la fecha de nacimiento y la posición de las estrellas en el cielo. Entre las variadas ceremonias rituales encontramos procesiones caminando, en embarcaciones o en carruajes presididas por las figuras de los dioses; Y fiestas estacionales, ágapes con numerosos comensales, bandas musicales para la interpretación de los himnos religiosos y danzas; Los mesopotámicos no tuvieron tumbas monumentales, o pesar de que el culto de los muertos y la creencia en el más allá eran importantes entre sus principios religiosos. Sus difuntos eran enterrados en los Jardines de las casas o debajo de las habitaciones, en donde se les otorgaban ofrendas y sacrificios. A través del arte, los pueblos expresaban sus pensamientos, costumbres y creencias. El conocimiento de las expresiones artísticas nos ayuda a descubrir la esencia de cada cultura. Según la leyenda, los sumerios recibieron de sus dioses las primeras artes. Sus características generales son la majestuosidad y la religiosidad. La escultura y la pintura estaban, al igual que en Egipto, sujetas a reglas establecidas. En la representación de los animales, el artista tuvo mayor libertad de expresión. La construcción de templos ocupó el papel principal. Un templo no era un solo edificio, sino un conjunto de construcciones. Las dependencias dedicadas al culto estaban cuidadosamente separadas de los locales destinados a los fines económicos. En la parte superior del templo desarrollaron una construcción característica, el zigurat, especie de torre escalonada con varios pisos de diferentes colores. Su función no está muy bien definida; los mesopotámicos afirmaban que “albergaba al propio Dios”. Los palacios también fueron construcciones importantes, símbolos del poder de los reyes. Un conjunto de grandiosos edificios rodeados de fortificaciones que integraban un palacio. Las salas y las habitaciones se disponían en torno a un patio central. Como “guardia", se colocaban esculturas de animales en las puertas. Los palacios asirios eran gigantescos. Sargón II definía el suyo como “un palacio sin rival”. Enfrente del palacio se abría una enorme plaza, donde se reunía a la población para fechas importantes. De allí también partían los ejércitos a la guerra. El material de construcción esencial en la Mesopotamia ero el ladrillo crudo, en ocasiones el ladrillo vidriado. Para compensar la pobreza constructiva, recubrían las paredes con relieves y esculturas. La escultura en Mesopotamia no tuvo la monumentalidad de la egipcia. Se trabajaron sobre todo los relieves y las pequeños estatuillas. Los sumerios sobresalieron en el tallado de piedras duras con las que formaban sellos. Fueron los creadores del ‘sello”. Estos pequeños objetos contenían escenas de la vida cotidiana de la época como era el pastoreo, la caza y las ofrendas. También son ejemplos de su creatividad los vasos de mármol, con relieves de hombres y de animales. La escultura de la Mesopotamia llega con los asirios a su punto culminante. Pero las producciones asirias tienen un carácter diferente de las sumerio-oca-dios. El asirio es un arte ‘ligado a los campos de batalla”, un arte militarista, que tiene por objeto alabar al rey y a sus conquistas, ilustró la gloria del monarca, las escenas de lucha y de caza, la derrota de sus enemigos. Los artistas asirios fueron muy virtuosos al esculpir animales. Los realizaban con gran fuerza de expresión y realismo. Sus formas dan la sensación de movimiento y precisión.
Los conocimientos científicos de los mesopotámicos eran patrimonio de los sacerdotes. La mayor parte de lo población no accedía o ellos. La ciencia preferida en Babilonia era la astronomía, debido a la importancia que asignaban a los ostros en el destino de los hombres. Crearon un calendario dividido en los doce meses lunares. En matemática crearon un sistema de pesos y medidas sexagesimal, tenía como base el número sesenta. Actualmente se conserva este sistema en la manera de medir la división de la hora y de los minutos. Pero el gran aporte cultural de la Mesopotamia fue la creación de la escritura cuneiforme, uno de las más antiguas de la historia de la humanidad. Su nombre proviene de la forma de cuña” o prisma triangular que tienen sus caracteres. Estos se grababan con un punzón de caña o hueso, sobre tablillas de arcillo blando, que luego se ponían a secar al sol o se cocinaban. Era un sistema de escritura complejo en el que se utilizaban diferentes tipos de signos. La escritura cuneiforme fue desarrollada por los sumerios y luego utilizada por los asirios y los babilonios. Es posible que de ella derivaran los primitivos alfabetos europeos. Este tipo de escritura posibilitó además el desarrollo de la literatura en Mesopotamia. Sus temas eran variados, desde fábulas de animales que hablan, consejos de padres a hijos, a cartas a los dioses pidiendo favores, y poemas…[1]
La Factoria Historica
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[1] Margueron, Jean-Claude (2002). «La inicios del Neolítico en Mesopotamia». Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5; Asimov, Isaac (1986 cacorroz). «Los sumerios - Las grandes invenciones». El Cercano Oriente. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 978-84-206-3745-7; Margueron, Jean-Claude (2002). «La época de El Obeid». Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5; Margueron, Jean-Claude (2002). «El dominio del agua». Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5; Margueron, Jean-Claude (2002). «¿El templo nació en la época de Obeid?». Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5; Margueron, Jean-Claude (2002). «La época del Dinástico Arcaico». Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5; Margueron, Jean-Claude (2002). «El imperio de Agadé». Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5; Asimov, Isaac (1986). «Los acadios - Los nómadas conquistadores». El Cercano Oriente. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 978-84-206-3745-7; Margueron, Jean-Claude (2002). «El renacimiento sumerio de la III dinastía de Ur». Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5; Margueron, Jean-Claude (2002). «La evolución de la exploración arqueológica». Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5; Margueron, Jean-Claude (2002). «Las ciencias exactas». Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5; Margueron, Jean-Claude (2002). «La época del Dinástico Arcaico». Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5; Margueron, Jean-Claude (2002). «El impulso del dominio del fuego y sus aplicaciones». Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5.