La Revolución Francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que implico el cambio político más importante que se produjo en Europa, desatada en contra de un régimen anacrónico y opresor, como lo era el sistema utilizado en el Antiguo Régimen: La Monarquía Absoluta. Esta revolución significó el triunfo de un pueblo pobre, oprimido y cansado de las injusticias, sobre los privilegios de la nobleza feudal y del estado absolutista. Se inició con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó entre los años 1799 y 1815 con el golpe de Napoleón Bonaparte (en 1799) y su posterior derrota en la batalla de Waterloo (en 1815). Si bien La Revolución Francesa tuvo su desarrollo durante el reinado de Luís XVI, sus causas nacieron mucho antes. Durante el reinado de Luís XIV (1643-1715), Francia se hallaba bajo el dominio de una monarquía absolutista, el poder de rey y de la nobleza era la base de este régimen, pero en realidad el estado se encontraba en una situación económica bastante precaria, que se agravó por el mal gobierno de Luís XV, y que tocó fondo durante el reinado de Luís XVI, gobernante bien intencionado, pero de carácter débil, por lo que se lo llamaba el buen Luís. La actividad revolucionaria comenzó a gestarse cuando, durante el reinado de Luís XV, se produjo una crisis en la economía, debido a la crisis agraria, y en las finanzas reales (que en aquel entonces concertaban a las finanzas del estado), debido al crecimiento de la deuda pública. La crisis agraria nace a causa de las desfavorables condiciones climáticas de los años 1787 y 1788. Esta crisis agraria genero una durísima crisis de subsistencia: Los agricultores no obtienen buenos ingresos, por lo que muchos debieron dejar de comprar productos industriales o incluso debieron llegar al extremo de mendigar; la caída de la demanda de los productos industriales produce paros en las industrias, lo significara pobreza para sus trabajadores; y, por último la escasez provoca la suba de los precios y el descontento de los sectores pobres.
La crisis fiscal se debía a que el Estado francés gastaba más de lo que producía. Esto se debía, en parte, a la ayuda económica que Francia prestaba a los que luchaban por la independencia. Pero a esto hay que sumarle el mantenimiento de un régimen absolutista en el que existía una parte de la sociedad que poseía ciertos privilegios. Ya desde los tiempos de Luís XIV, el sustento del estado absolutista que caracterizaría al Antiguo Régimen demandaba mucho dinero, ya que se tenía que tener en cuenta que existía un gran número de funcionarios en el gobierno y cada uno buscaba su propio beneficio, sumado al mantenimiento de un granejército permanente, como prevención para una guerra y a los lujos a los cuales vivía rodeada la corte. Los impuestos fueron cada vez más altos y los estamentos privilegiados, nobleza y clero, no tenían obligación de pagar, pero sí era una carga para el resto de la sociedad, el tercer estamento. Frente a la crisis se intentaron diversas medidas de reforma de los impuestos, las cuales trataron de crear un sistema de impuestos más justo y uniforme, pero estas medidas no fueron bien recibidas por la nobleza. De estas reformas la más importante fue la intentada por Calonne, uno de los ministros de Luís XVI. La reforma que Calonne proyecto para evitar la bancarrota de la hacienda, incorporaba como contribuyente a los privilegiados. Esto, por supuestos, provocó el enojo y descontento de los nobles y el clero, quienes convocaron una Asamblea de Notables, a la que asistieron príncipes, grandes nobles y altos cargos eclesiásticos. Allí, ambos grupos se opusieron rotundamente a la propuesta de Calonne y solicitaron al rey una convocatoria a Estados Generales, una asamblea donde se los tres estamentos (Nobleza, Clero y la Burguesía en representación del pueblo) votaban sobre ciertas cuestiones puestas discusión por el rey. En términos generales y para resumir fueron varios los factores que influyeron en la Revolución: un régimen monárquico que sucumbiría ante su propia rigidez en el contexto de un mundo cambiante; el surgimiento de una clase burguesa que nació siglos atrás y que había alcanzado un gran poder en el terreno económico y que ahora empezaba a aspirar el político; el descontento de las clases populares (burgueses, campesinos y siervos); la expansión de las nuevas ideas liberales; la crisis económica que imperó en Francia tras las malas cosechas y los graves problemas causados por el apoyo militar a la independencia de Estados Unidos. Ésta intervención militar se convertiría en arma de doble filo, pues, pese a que la victoria estadounidense y francesa abría un nuevo mercado que beneficiaría a ambos vencedores, la hacienda francesa quedó en bancarrota y con una importante deuda externa. Por último los problemas fiscales de la monarquía, junto al ejemplo de democracia del nuevo Estado emancipado precipitaron los acontecimientos. Esta situación ya no podría continuar y el pueblo se revelaría contra el régimen que lo había oprimido por tanto tiempo.
La revolución liberal continua
Para enfrentar esta crisis económica que amenazaba con acabar con el poder de Luís XVI, la nobleza exigió que se llamara a Estados Generales, para el tratamiento de una ley de impuestos. Los Estados Generales estaban formados por los representantes de cada estamento. Estos estaban separados a la hora de deliberar y tenían sólo un voto por estamento. La convocatoria fue un motivo de preocupación para la oposición, por cuanto existía la creencia de que no era otra cosa que un intento, por parte de la monarquía, de manipular la asamblea a su antojo. La cuestión que se planteaba era importante. Estaba en juego la idea de Soberanía Nacional, es decir, admitir que el conjunto de los diputados de los Estados Generales representaba la voluntad de la nación. La convocatoria a Estados Generales provocó un gran tumulto político, principalmente por la determinación del sistema de votación. El Parlamento de París propuso que se mantuviera el sistema de votación que se había usado en 1614 (última vez que se había convocado a los Estados Generales a sesionar), sin embargo los magistrados no estaban muy seguros de cuál había sido en realidad dicho sistema. Sí se sabía que dicha asamblea habían estado representados la nobleza (Primer Estado), el clero (Segundo Estado) y la burguesía (Tercer Estado), los tres con la misma cantidad de representantes. Al saberse esto, un grupo de liberales parisinos denominado “Comité de los Treinta”, compuesto principalmente de por nobles, comenzó a protestar, reclamando que se duplicara el número de asambleístas con derecho a voto del Tercer Estado, debido a que estos eran los que representaban a la mayor parte del pueblo. Al mismo tiempo que por toda Francia cada provincia elegía a sus representantes, el rey decido darle la posibilidad al pueblo de que diera sus ideas a través de los llamados Cuadernos de Quejas (en francés “cahiers de doléances”), estas ideas debían ser traspasadas al rey por cada uno de los diputados correspondientes. Además de estos cuadernos, Francia se vio inundada de panfletos de carácter político que representaban las opiniones del pueblo. Por su parte, el gobierno aceptó la propuesta del “Comité de los Treinta” al modificar el número de los representantes del Tercer Estado, sin embargo dejó a la Asamblea la labor de determinar el derecho de voto. Esta situación fue la que arma el mayor tumulto. Por un lado estaban los miembros del Tercer Estado, que pedían una reunión conjunta de los tres estamentos y que se votase individualmente, es decir un voto por cabeza. Por el orto lado, los estamentos privilegiados (La nobleza y el clero) querían una reunión en cámaras separadas y que cada grupo dispusiese de un único voto. En esta situación la burguesía tomo el control de la situación llamando a sesionar a una Asamblea Nacional y declarándose como únicos integrantes de la misma.
La Asamblea Nacional y el comienzo de la Revolución
Una vez consolidada, la primera medida de la Asamblea fue votar la «Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano». Si bien invitaron a los miembros del Primer y Segundo Estado a participar en esta de la creación de dicha declaración, dejaron en claro sus intenciones de proceder incluso sin esta participación. La monarquía, opuesta a la Asamblea, cerró las salas donde ésta se estaba reuniendo. Los asambleístas se mudaron a un edificio cercano, donde la aristocracia acostumbraba a jugar el juego de la pelota, conocido como Jeu de paume. Allí es donde procedieron con lo que se conoce como el «Juramento del Juego de la pelota» prometiendo no separarse hasta tanto dieran a Francia una nueva constitución. La mayoría de los representantes del clero se unieron a la Asamblea, al igual que 47 miembros de la nobleza.El 9 de julio la Asamblea se nombró a sí misma «Asamblea Nacional Constituyente». Esta ponía la Revolución en manos de los sectores moderados, los girondinos. Con ella Francia dejó de ser una monarquía absoluta y se organizó como una monarquía de carácter limitado y constitucional.
El Apoyo del Pueblo: La toma de la Bastilla y el Gran Miedo
El 14 de julio el pueblo de París respaldó en las calles a sus representantes y, ante el temor de que las tropas reales los detuvieran, asaltaron la fortaleza de la Bastilla, símbolo del absolutismo monárquico pero también punto estratégico del plan de represión de Luis XVI, pues sus cañones apuntaban a los barrios obreros. Tras cuatro horas de combate, los insurgentes tomaron la prisión, matando a su gobernador, el Marqués Bernard de Launay. Si bien sólo cuatro presos fueron liberados, la Bastilla se convirtió en un potente símbolo de todo lo que resultaba despreciable en el antiguo régimen. La Revolución se fue extendiendo por ciudades y pueblos, creándose nuevos ayuntamientos que no reconocían otra autoridad que la Asamblea Nacional Constituyente. Los campesinos dejaron de pagar impuestos y destruyeron castillos y todo lo que simbolizara al feudalismo. La Asamblea Nacional, actuando detrás de los nuevos acontecimientos, suprimió por ley las servidumbres personales (abolición del feudalismo), los diezmos, y las justicias señoriales, que ya habían sido suprimidos de hecho por el campesinado, instaurando la igualdad ante el impuesto, ante penas y en el acceso a cargos públicos. El rey, junto con sus seguidores militares, retrocedió al menos por el momento. Por su parte los nobles comenzaron a salir del país, algunos con la intención de fomentar una guerra civil en Francia y de llevar a las naciones europeas a respaldar al rey. La insurrección y el espíritu de poder popular siguieron extendiéndose por toda Francia. En las áreas rurales se llevaron a cabo actos de quema de títulos sobre tierras, y varios castillos y palacios fueron atacados. Esta insurrección agraria se conoce como “El Gran Miedo”.
De la Asamblea Constituyente a La Asamblea Legislativa
Mientras el pueblo se levantaba en contra del Antiguo Régimen, el 27 de agosto de 1789 la Asamblea publicó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano inspirándose en gran parte en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y estableciendo el principio de libertad, igualdad y fraternidad. Dicha declaración establecía una serie de principios más que una constitución con efectos legales. Sin embargo no debemos olvidar que La Asamblea Nacional Constituyente no era sólo un órgano legislativo sino la encargada de redactar una nueva Constitución. Algunos, como Necker, favorecían la creación de una asamblea bicameral en donde el senado sería escogido por la Corona entre los miembros propuestos por el pueblo. Los nobles, por su parte, favorecían un senado compuesto por miembros de la nobleza elegidos por los propios nobles. Prevaleció, sin embargo, la tesis liberal de que la Asamblea tendría una sola cámara, quedando el rey sólo con el poder de veto, pudiendo posponer la ejecución de una ley, pero no su total eliminación. Durante 1790 se intensificó la lucha política e incluso se produjeron movimientos anti-revolucionarios, pero sin éxito. En este periodo se comenzaron a formar «clubes» políticos entre los que destacaban los Jacobinos, los Girondinos y los Feuillants. Pese a todo, el monarca no estaba decidido a cederle su poder a la Asamblea, y los acontecimientos que se daban por aquel entonces en el país le daban temor. Por ese motivo Luís XVI decide huir el 20 de junio de 1791, para unirse a las tropas que se estaban agrupando en la frontera francesa. Pero en Varennes es capturado y devuelto a París. Este episodio hace que las tropas francesas se establezcan en la frontera francesa porque se teme una invasión exterior. A partir de entonces empieza a ver manifestaciones en que se empieza a pedir la abdicación de Luís XVI y la proclamación de la república.
En los últimos días de la Asamblea Constituyente, aun cuando existía una fuerte corriente política que favorecía la monarquía constitucional, al final venció la tesis de mantener al rey como una figura decorativa. Jacques Pierre Brissot introdujo una petición insistiendo en que, a los ojos del pueblo, Luís XVI había sido depuesto por el hecho de su huida. Una inmensa multitud se congregó en el Campo de Marte para firmar dicha petición. La Guardia Nacional se enfrentó a la multitud. Al principio, tras recibir una oleada de piedras, los soldados respondieron disparando al aire; dado que la multitud no cedía, Lafayette ordenó disparar a los manifestantes, ocasionando más de 50 muertos. Mientras tanto, la Asamblea había redactado la Constitución y el rey había sido restituido, aceptándola. Además eliminó todas las barreras comerciales y suprimió las organizaciones empresariales y obreras; en adelante, los individuos que quisieran desarrollar prácticas comerciales necesitarían una licencia, y se abolió el derecho a la huelga. Entonces, bajo la Constitución de 1791, Francia funcionaría como una monarquía constitucional. El rey tenía que compartir su poder con la Asamblea, pero todavía mantenía el poder de veto y la potestad de elegir a sus ministros. Formándose así la Asamblea Legislativa.
Pérdida de poder de la Iglesia.
Antes de la sanción de la constitución, la asamblea tomara, también, medidas fiscales. De esta forma se llevara acabó un proceso de desamortización de los bienes del Clero y la nacionalización de los bienes de aquellos aristócratas que habían decidido huir fuera del estado. Al desamortizar los bienes de la Iglesia Católica, esta paso a depender del Estado. En 1790 se eliminó la autoridad de la Iglesia para imponer impuestos sobre las cosechas, se eliminaron también los privilegios del clero y se confiscaron los bienes de la Iglesia (bajo el Antiguo Régimen la Iglesia había sido el mayor terrateniente del país). Más tarde se promulgó una legislación que convertía al clero en empleados del Estado. Todo esto fue recogido en la Constitución Civil del Clero, que se elaboró en 1790, la cual recogía la supresión de las órdenes religiosas, reestructuraba las circuncisiones religiosas, y se fija un obispo en cada una de ellas.Éstos fueron unos años de dura represión para el clero, siendo comunes la prisión y masacre de sacerdotes en toda Francia.
La Asamblea Legislativa
La Asamblea Legislativa estaba compuesta por: 264 diputados feuillants (dirigidos por Barnave, Duport y Lameth) y girondinos, portavoces republicanos de la gran burguesía, que solían sentarse a la derecha del rey. 345 diputados independientes, carentes de programa político definido, que se sentaban en el centro de la sala. Y 136 diputados inscritos en el club de los jacobinos o en el de los cordeliers, quienes utilizaban los asientos de la izquierda. Los deseos políticos de cada grupo dentro de la Asamblea estaban también muy bien marcados: LosJacobinos juntos a los cordeliers querían la eliminación de la monarquía e instauración de la república. Estaban dirigidos por Jean-Paul Marat y Georges Danton, representando siempre al pueblo más humilde. El grupo de ideas más moderadas era el de los girondinos, que defendían el sufragio censatario y propugnaban una monarquía constitucional. También se encontraban aquellos que formaban parte de «el Pantano», o «el Llano», como eran llamados aquellos que no tenían un voto propio, y que se iban por las proposiciones que más les convenían, así ya vinieran de los jacobinos, ya de los girondinos. Estas inclinaciones, sumadas a los respectivos lugares que cada grupo ocupaba en la asamblea dieron origen al significado político de las palabras de izquierda, centro y derecha; siendo la izquierda la oposición, el centro quienes están dispuestos a negociar y, los de derecha los que apoyan al gobierno.
Hacía la Convención
Mientras tanto, dos potencias absolutistas europeas, Austria y Prusia, se dispusieron a invadir la Francia revolucionaria, lo que hizo que el pueblo francés se convirtiera en un ejército nacional, dispuesto a defender y a difundir el nuevo orden revolucionario por toda Europa. El 10 de agosto de 1792, las masas asaltaron el Palacio de las Tullerías, y la Asamblea Legislativa volvió a suspender las funciones constitucionales del rey. La Asamblea acabó convocando elecciones con el objetivo de configurar (por sufragio universal) un nuevo parlamento que recibiría el nombre de Convención. Aumentaba la tensión política y social en Francia, así como la amenaza militar de las potencias europeas. El conflicto se planteaba así entre una monarquía constitucional francesa en camino de convertirse en una democracia republicana, y las monarquías europeas absolutas. El nuevo parlamento elegido ese año abolió la monarquía y proclamó la República. El gobierno pasó a depender de la Comuna insurreccional. Cuando la Comuna envió grupos de sicarios a las prisiones, asesinaron a 1.400 víctimas, y pidió a otras ciudades de Francia que hicieran lo mismo, la Asamblea no opuso resistencia. Esta situación persistió hasta el 20 de septiembre de 1792, en que se creó un nuevo cuerpo legislativo denominado Convención, y que de hecho se convirtió en el nuevo gobierno de Francia.
Las guerras revolucionarias francesas
A partir de 1791, la prosperidad alcanzada por la revolución hasta entonces se vio manchada por los abundantes levantamientos enmascarados de los campesinos, los cuales provocaron una mayor radicalización de la revolución. Sin embargo, estos levantamientos no serán el único motivo por el cual la revolución francesa se radicalizara, ya que desde abril de 1792 la Francia revolucionaria entrara en guerra con las naciones absolutistas de Europa. Las Guerras Revolucionarias Francesas harán que Francia tenga que tomar medidas excepcionales para proteger la revolución; además, por otra parte, estas guerras dejaran al descubierto el doble juego del monarca Luís XVI. Pero también supondrán una gran infracción económica, la cual provocará que la Asamblea Nacional (todavía en el poder) deba tomar medidas de protección algo extravagantes. Al momento de plantearse el debate sobre si comenzar o no la guerra surgieron dos facciones bien identificadas: Por un lado estaban los girondinos, dirigidos por Brissot, quien defendía la idea de exportar los ideales de la revolución a otras naciones. El otro grupo era el de los Jacobinos, dirigidos por Robespierre y eran aquellos que creían que la guerra llevaría a la ruina o, en un caso extremo, a la vuelta de la dictadura al poder. El debata será ganado por Visón y sus girondinos e inmediatamente Francia le declara la guerra a las naciones de Austria y Prusia. Los enfrentamientos comenzaran con grandes derrotas para los franceses, y pronto comenzaran a correr los rumores de que estas derrotas se deben a que a que el clero contrarrevolucionario, los nobles (quienes aún dirigían a los ejércitos franceses) y la Reina María Antonieta (austriaca) junto con el propio Rey, en realidad estaban al servicio de los enemigos de Francia. En medio de la confusión las masas populares asaltan la casa del rey, a quien secuestraron y humillaron públicamente.
Algunos días más tarde llega a Francia un documento conocido como el Manifiesto de Brunswick, emitido precisamente por el duque de Brunswinck. Este duque era el general a cargo de los ejércitos austriaco y prusiano. En dicho manifiesto el duque de Brunswinck amenazaba a los parisinos con tomar duras represarías si los franceses actuaban contra Luís XVI. El documento no pudo llegar en peor momento, imagínense que ustedes sospechan de la fidelidad de su rey y de pronto llega a su poder este manifiesto. El pueblo se puso como loco y utilizó este documento para probar que su rey estaba colaborando con los enemigos de Francia. El 10 de Agosto de 1792 se producirá un nuevo asalto a la residencia real, pero esta vez el rey y su familia tendrán que huir para salvar sus vidas, para su suerte encontrara refugio en la Asamblea, donde los diputados tomaran la decisión de suspenderlo de sus poderes y encarcelarlo hasta que tras las elecciones surja una nueva cámara que decida sobre el futuro de la familia real. Quedo claro que el poder lo tenían las masas en la calle y que el proyecto de la revolución de 1789, la creación de un régimen político basado en la convivencia entre la monarquía y una constitución que reconoce la soberanía de la nación, y controlado por la burguesía mediante el mecanismo del sufragio censitario, había terminado. Una nueva burguesía democrática, liderada por personajes como Marat o Robespierre, se hará con el control de la situación, mediante el manejo de las masas populares. Esta nueva etapa revolucionaria vendrá marcada por la existencia de un continuo enfrentamiento, desde 1792 de Francia contra el resto de potencias europeas (Austria, Prusia, Rusia, España, Portugal, Gran Bretaña…) Tras las derrotas iniciales, llegarán victorias para los ejércitos franceses, como en la batalla de Valmy. A partir de 1793 las tropas francesas entrarán en Bélgica, España, territorios italianos y amenazan la seguridad de Austria y Prusia.
La revolución democrática
Aunque el rey había aceptado la Constitución, después de Varennes, a pesar de las promesas que había hecho, siguió conspirando para recuperar su poder. Sin embargo no era el único, al mismo que el rey intentaba acabar con la revolución, muchos nobles franceses continuaron exiliándose y conspirando con los enemigos de la revolución. Además a ellos se sumaba una contrarrevolución interna. Contra todo esto la revolución tomará un proceso de radicalización. En este proceso aparecerá un grupo que hasta el momento había permanecido en la oscuridad y a merced de la clase dominante: Los Sans Culotte. Estos habían esperado mucho de la revolución iniciada en 1789, pero, en gran mayoría, sus esperanzas no se habían cumplido completamente. Los precios seguían en alza, las deudas aumentaban, el hambre de tierra no se había solucionado. Además de todo esto, la revolución en la cual habían confiado y creído, se había cerrado con un saldo negativo para sus derechos políticos. Una vez confirmada la traición del rey, la Asamblea Nacional tendrá que rendirse a la insurrección y el monarca será encarcelado. Además se convocara a una nueva Asamblea, la cual tomara el nombre de Convención y será elegida por el sufragio universal, tomando como votantes a los hombres con propiedades mayores de 25 años de edad. La insurrección había sido de gran violencia: Varias bandas armadas entraron en las prisiones de la ciudad ejecutando entre unas 1100 y 1400 personas. No se sabe bien cuál fue el motivo de esta matanza, sin embargo se cree que se debió al miedo contrarrevolucionario que existía en el ambiente; aunque también se plantea a posibilidad de que el verdadero motivo se la sospecha de traidores a la revolución y aliados a las naciones absolutistas que atacaban a Francia. Poco después de estos hechos, el general Dumouriez vencía a los prusianos en la batalla de Valm, que supuso un respiro para la asfixiada revolución.
Una vez formada la nueva República, el poder legislativo estuvo a cargo de La Convención, mientras que el poder ejecutivo recayó sobre el Comité de Salvación Nacional. A fines de septiembre se reunía la Convención Nacional, estaba compuesta por 750 miembros entre los que se destacaban tres grandes grupos o facciones: Una gran masa de diputados independientes, conocidos como la llanura o el pantano; los girondinos, dirigidos aun por Brissot; y los del grupo de la Montaña, en donde se encontraban los jacobinos. La primera fase de la Convención estuvo marcada por un fuerte enfrentamiento entre los girondinos y la montaña, que concluyó con una nueva insurrección en 1793, que depurará los girondinos. Una de las primeras decisiones de la Convención fue la supresión de la Monarquía, aunque se dejó para más adelante la proclamación de la República. El carácter radical de esta nueva fase puede observarse en el establecimiento de un nuevo calendario republicano (Más adelante hablaremos de esto), y se cambiará el nombre tradicional de los meses por otros que hacen referencia a circunstancias meteorológicas o a típicas labores agrícolas.
La Ejecución de Luís XVI
La girola y la montaña se enfrentaron por el procesamiento del monarca. La cuestión era delicada: ¿valía con condenarle a prisión?, o en cambio ¿había que ejecutarle?. Los girondinos opinaban que se debía mantener al rey prisionero hasta que finalizase la guerra, pero para los jacobinos era la oportunidad de dar un castigo ejemplar a las monarquías europeas ejecutando a Luís XVI. Lamentablemente para la suerte del rey, la solución se decantaría por su condena a muerte, tras haberse descubierto documentos que implicaban al rey en la actividad contrarrevolucionaria. El 17 de enero de 1793, la Convención condenó al rey a muerte por una pequeña mayoría, acusándolo de «conspiración contra la libertad pública y la seguridad general del Estado». El 21 de enero el rey fue guillotinado, lo cual encendió nuevamente la mecha de la guerra con otros países europeos. La reina María Antonieta, nacida en Austria y hermana del Emperador, fue ejecutada el 16 de octubre del mismo año, iniciándose así una revolución en Austria para sustituir a la reina. Esto provocó la ruptura de toda relación entre ambos países.
Los Jacobinos Toman el Poder
Llegando al fin de la segundad etapa llega el momento de hablar del momento más oscuro de la Revolución Francesa: El Reino del Terror de los jacobinos. En marzo de 1793 las cosas comienzan a empeorar para Francia y los ejércitos franceses comienzan a volver a ser derrotado, incluso el propio Dumouriez se suma al ejército enemigo. La presión a la que empezaba a estar sometida la revolución hizo que se empezaran a tomar las primeras medidas extraordinarias. Además se creara un tribunal revolucionario y varios comités. La primavera de 1793 fue de una gran dificultad para la Convención, en especial para los girondinos. Las malas cosechas hicieron que los precios aumentaran y la situación económica seguía empeorando, lo cual dio origen a revueltas de las clases más pobres. Los llamados sans-culottes expresaron su descontento por el hecho de que la Revolución Francesa no sólo no estaba satisfaciendo los intereses de las clases bajas sino que incluso algunas medidas liberales causaban un enorme perjuicio a éstas (libertad de precios, libertad de contratación, Ley de Chapelier, etc.). Al mismo tiempo se comenzaron a gestar luchas antirrevolucionarias en diversas regiones de Francia. El levantamiento popular en la Vandea, fue especialmente significativo: campesinos y aldeanos se alzaron por el rey y las tradiciones católicas, provocando la llamada Guerra de Vandea, reprimida tan cruentamente por las autoridades revolucionarias parisinas que se ha llegado a calificar de genocidio. Por otra parte, la guerra exterior amenazaba con destruir la Revolución y la República. Mientras en los clubes y en las calles se decía que la revolución debía ir más lejos. Un nuevo movimiento de los Sans Coulottes exigía que la Convención sea depurada. Esa sublevación tiene lugar el 10 de marzo de 1793, iniciada por un grupo de revolucionaria conocido como los Tranques, que eral grupo más cercano a los Sans Coulottes, y posiblemente el único grupo que les apoyaba verdaderamente. El grupo de la montaña no les apoyará ya que tenían un gran temor a que el proceso revolucionario recayera en manos que no fueran las suyas propias, e incluso los jacobinos temerán que ellos también fueran depurados al igual que los girondinos. Pero sin embargo, un mes después de todo esto, la montaña se encontraba en disposición de dirigir el movimiento. El 1 de junio se produce la purga de la Convención, y varios diputados y ministros girondinos son depurados. La montaña, dominada por los jacobinos, había conseguido hacerse con el control de la Convención.
Comienza El Reino del Terror
Con los jacobinos en el poder se inició la elaboración de una nueva constitución, la del año 1793. Esta nueva constitución se proponía establecer una democracia más amplia que la anterior, pues, además de incluir el sufragio universal masculino, incluía los derechos sociales, tales como la educación o el trabajo y la protección del dinero de los más pobres. La nueva constitución fue aprobada ese mismo año, pero nunca llego a entrar en vigencia, debido a que su aplicación se pospuso para el final de la guerra y, como veremos, los jacobinos no llegaron a mantenerse en el poder hasta entonces. Además a finales de 1793 acabaron fijando máximos para el pan, junto con un conjunto de bienes y servicios que se consideraban esenciales, a la vez que subían los salarios en torno al 20%. Los Sans Coulottes veían por primera vez beneficios reales y visibles. Las medidas económicas fueron dando resultado, ya que se logró controlar más o menos la infracción, la especulación, y la moneda se iba recuperando, todo a pesar de estar en guerra. Al mismo tiempo en julio de 1793 se canceló la deuda que los campesinos habían contraído con sus antiguos señores, eliminando el último golpe del feudalismo. Incluso se barajaron ideas más radicales pero que no llegaron a aprobarse, como la de confiscar las propiedades ya confiscadas y repartirlas entre los campesinos pobres. Parecia que en Francia todo mejoraba y para bien, sin embargo, los acontecimientos siguientes a la depuración, tales como el empeño de los reyes europeos en castigar la ejecución de Luís XVI o los hechos violentos que se vivía en toda Francia (como el asesinato de Marat, una de las figuras jacobinas) conducirán a que la Convención le otorgue poderes especiales a los llamados “Comités”, como el Comité de Salvación Pública, dirigido por Robespierre, que, desde entonces gobernaron Francia de forma dictatorial, dando paso al llamado reino del terror.
El fin de la Segunda Etapa
El 10 de octubre de 1783 se instaurara un gobierno revolucionario, formado por dos comités con poderes extraordinarios: El comité de Seguridad pública, del cual dependía la seguridad interna del país y a cuyas órdenes se encontraba el Tribunal revolucionario; y el comité de Salvación Pública, quien se encargaba del poder ejecutivo. Esta centralización del poder se hizo en reprimenda de otros poderes como el de las comunas y departamentos. Desde el primer momento este nuevo gobierno se encontrará atacado por dos oposiciones. Una proveniente de la derecha, y liderada por Danton, y otra de la izquierda, cuyo representante era Hèbert. Danton era uno de los líderes de la revolución, había formado parte del Comité de Salud Pública, aunque tras un reajuste fue expulsado, y se retiró al campo, pero algunos le pidieron que volviera a la vida política. Danton tomó como objetivo restaurar las autoridades locales, desmantelar el régimen de terror impuesto, liberar la economía, y negociar la paz con las potencias europeas. Por su parte Hèbert era un artesano sin oficio fijo que defendía todo lo contrario a Danton. Pedía que se prosiguiera la guerra, y que aumentaran las ejecuciones, así como que se iniciara una campaña contra el clero. Existía también una tercera oposición, la de los Sans Coulottes. Éstos habían tenido una importante mayoría en los comités locales, y ahora ven que se les estaba quitando el poder de las manos, debido a la centralización del gobierno revolucionario. Los Saint Culotes no podían soportar que el destino del país estuviera en tan solo dos comités. Además defendían que la fiscalización de la economía debía ser permanente, y no solo durante el tiempo que alguien lo creyera necesario. La unión del pueblo con los burgueses era cada vez más frágil. Tanto el movimiento de Hèbert como de Danton empezarán a preocupar seriamente a los comités, y ninguno tendrá un final feliz, ambos serán detenidos y condenados a muerte. Su guillotización no provoco más que alguna inquietud o molestia por parte de algunos miembros de la Convención o del pueblo. Pero lo que si tomaría relevancia y se hará evidente será la falla entre los Saint Culotes y los jacobinos.
Robespierre y el Comité se encontrarán problemas en la Convención. Las relaciones entre gobierno y la Convención empezarán a quebrarse tras la aprobación del decreto del 10 de junio de 1794, por el cual se aceleraban los juicios del tribunal revolucionario, dando lugar al llamado Gran Terror. Durante esta etapa dictatorial de la República, la utilización de la violencia política contra los considerados enemigos de la revolución se convertirá en algo constante. Los juicios irregulares por parte de los tribunales revolucionarios terminaban frecuentemente con condenas a muerte (se habla de más de 40.000 ejecuciones en unos pocos meses). Durante esta etapa la violencia política se convirtió en algo común pues los comités se mantuvieron en el poder eliminando de forma sistemática a sus rivales con la excusa de que la revolución peligraba ante las conspiraciones de nobles y eclesiásticos apoyados por las monarquías absolutas europeas. Mientras tanto, fuera de Francia la guerra continuaba, y a finales de 1793 se confirma que lo sucedido en Valmy no era un espejismo: los ejércitos extranjeros eran expulsados, e incluso las tropas revolucionarias se lograron hacerse con el control de Bélgica y zonas de Alemania. Legado el año 1794 Robespierre conseguirá eliminar a los principales dirigentes de los sans-culottes y de hecho, durante algunos meses, el gobierno de Francia se convertirá en una dictadura personal.
A mediados de 1794 parecía que la guerra ya estaba encauzada, por lo que ya no tenía sentido un gobierno revolucionario y el régimen de terror. Por si fuera poco se le suma otras tensiones, ahora habrá un enfrentamiento entre los dos Comités, que se verá claramente cuando el comité de Defensa cree un departamento de policía para perseguir los delitos revolucionarios. El Comité de Seguridad cree que eso es función suya, y se vengará, dejando los meses de junio y julio que los cadáveres de los ejecutados se apilaran en las carreteras. Por si fuera poco, crecerán problemas internos en el Comité de Salvación Pública, ya que había miembros que estaban inclinados hacia unas tesis más moderadas, pero otros en cambio querían radicalizar la situación. Esta situación terminará cuando los enemigos (de todas las tendencias políticas) de Robespierre, unidos por el miedo a ser eliminados, actúen finalmente contra él. Irónicamente Maximilien Robespierre que utilizó la guillotina como método de castigo a sus opositores, finalmente será guillotinado, y con su muerte llega el fin de la etapa más radical de la revolución francesa.
La restauración burguesa
La revolución seguirá por un camino más moderado. La llanura es la gran triunfante en el proceso de Termidor. Estos continuarán la guerra, y mantendrán una política capitalista. Se pondrá fin al terror, y las cárceles serán abiertas. Pero ahora aparecerá un contra terror no oficial, formado por mucho de los hijos de los guillotinados, y que perseguirán a los antiguos jacobinos. También irán regresando muchos de los emigrados, lo que producirá una situación de crispación. La Convención no podrá dominar el contra terror. Los nuevos gobernantes tenían que hacer frente a antiguos problemas. Se produce una caída de los salarios, con un aumento de los precios, lo que provoca insurrecciones populares entre las que se destacan las de Germinal y la de Pradial. En la de Germinal, las mujeres ante la elevación de precios del pan, asaltan las panaderías. Los insurgentes se dispersaron rápidamente cuando apareció la Guardia Nacional. A partir de entonces se tomarán medidas para restaurar el orden, y algunos se tomarán la justicia por su mano. Se intenta prevenir un estallido posterior, declarando el Estado de sitio, y con el ejército en la capital al mando del general Pichegru.
Napoleón Bonaparte Llega al Poder
Mientras tanto los jacobinos junto a los diputados de la montaña serán arrestados, e incluso algunos son hasta deportados. Pero las causas seguían, y se producirá una nueva insurrección en Pradial, que tendrá dos lemas: Por una parte la petición del pan, y por la otra exigirán la vuelta de la Constitución de 1793. Esta insurrección duro cuatro días, los cuales incluyeron una invasión de la Asamblea, encabezada por las mujeres. Para calmar a la población, la Asamblea convence a la masa popular de que hará todo lo posible, pero más tarde el ejército lleva a cabo una nueva represión de gran dureza. Los Sans Coulottes desparecerán como fuerza pública. De ahora en adelante la burguesía puede seguir sus tareas sin el incordio de los Sans Coulottes que les habían ayudado a llegar al poder. Mientras todo esto ocurría, los termidorianos tenían como tarea crear una nueva Constitución, la de 1795, que será muy diferente a la anterior. En esta la igualdad política se perderá, y desaparecerán derechos, como el de insurrección, aunque se asentaron otros, como el de defensa de la propiedad. La Constitución del año 3 (según el calendario republicano) va a dividir a la Asamblea en dos cámaras: el Consejo de los 500, y el Consejo de los ancianos, compuesto por 250 miembros, los cuales debían superar los 40 años. Mientras que el poder ejecutivo recaería en el Directorio, compuesto por cinco personas.
La nueva situación política, se encontraba con los ultras, que reivindicaban el antiguo régimen, y por otra parte la de los monárquicos constitucionales. Hubo intentos de sublevación de estos grupos, pero fueron rápidamente reprimidos, alguna de ellas por el ya general Napoleón Bonaparte. Otro curioso intento de sublevación será el de Babeff. Quien intentará su famosa conjura de los iguales, con la cual intentó, entre los años 1795 y 1796, imponer un régimen casi comunista salvando las distancias. Intento así derribar al Directorio, pero las cosas no salieron bien, y la conjura acabo con Babeff y sus colegas guillotinados. Los hombres de Termidor parecían que tenían controlada la situación, con un mínimo de estabilidad. Pero esta era realmente una de las etapas de la revolución con menos estabilidad, y con una gran confusión política. La situación se hacía cada vez más complicada, y parecía que la solución era volver a las medidas del año 2, o empezar a disponer de una gran cantidad de recursos provenientes de los territorios ocupados. El Directorio escogió la segunda opción. Ante el temor de un renacimiento jacobino, se pedirá ayuda a Napoleón, el general más victorioso en el frente de batalla de la guerra, para dar un golpe de Estado. Con el pretexto de que existía una conspiración jacobina, se convence a los consejos que se reúnan el 9 de noviembre (el 18 Brumario según el calendario republicano) fuera de París. Napoleón para tratar de hablar ante los diputados del Consejo, pero estos se enfrentó a él y le agredieron físicamente. El presidente, Luciano Bonaparte (hermano de Napoleón), intento controlar la situación, llamando a los guardias y expulsando a los diputados. Mientras tanto el Directorio había dimitido, y el Consejo de ancianos, que en ese momento se encontraba con todo el poder en sus manos, se lo otorgó a una comisión consular compuesta por tres personas. Un primer Cónsul, Napoleón, que era en definitiva tenía todo el poder, y dos cónsules más Shyes y Ducos. Empezaba así el predominio de Napoleón.
Consecuencias de la revolución
Con la llegada de Napoleón Bonaparte no finalizó la revolución, pues algunos de sus cambios perdurarán. Así la revolución supone el fin de la monarquía absoluta en Francia. La pérdida de los privilegios de la Iglesia y la Nobleza ya no tendrá marcha atrás. Ni tampoco lo tendrán los derechos feudales, ni el diezmo que se pagaba a la iglesia. El propio Napoleón impulsará la redacción de un nuevo código legal para toda Francia, que recogerá buena parte de las leyes revolucionarias. El llamado código napoleónico se caracteriza por contemplar la igualdad legal de todos los ciudadanos y define un sistema judicial en el que se presupone la inocencia del acusado que recibe asistencia legal del estado. El ciudadano cuenta con el derecho de habeas corpus que le protege de cualquier detención que no se ajuste a las leyes. El código napoleónico no sólo se aplicará en Francia, sino que se difundirá por buena parte de los países europeos conquistados por las tropas francesas. Además, la revolución dejará como legado la existencia de la libertad de expresión y de la libertad religiosa, y abrirá el camino a la separación Iglesia-Estado, requisito imprescindible para el buen funcionamiento de un régimen liberal o democrático.
Por tanto, la “herencia” de la revolución puede resumirse en diez puntos:
1-Se destruyó el sistema feudal
2-Se dio un fuerte golpe a la monarquía absoluta
3-Surgió la creación de una República de corte liberal
4-Se difundió la declaración de los Derechos del hombre y los Ciudadanos
5-La separación de la Iglesia y del Estado en 1794 fue un antecedente para separar
la religión de la política en otras partes del mundo
6-La burguesía amplió cada vez más su influencia en Europa
7-Se difundieron las ideas democráticas
8-Los derechos y privilegios de los señores feudales fueron anulados
9-Comenzaron a surgir ideas de independencia en las colonias iberoamericanas
10-Se fomentaron los movimientos nacionalistas
Sin embargo, tras la revolución francesa, el llamado Antiguo Régimen está muy lejos de haber desaparecido. De hecho las potencias absolutistas reaparecen, en 1815 con la derrota de Napoleón, como claros vencedores. Estas potencias firmarán acuerdos, como la llamada Santa Alianza, para defenderse de posibles nuevos brotes revolucionarios que cuestionen los fundamentos del Antiguo Régimen. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos de las potencias absolutistas, las revoluciones liberales, que se reclaman hijas de la revolución francesa, se producirán y de una forma progresiva durante el siglo XIX conseguirán la instalación en varios países europeos de regímenes basados en muchos de los principios revolucionarios.
La Factoria Historica