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Primera Guerra Mundial

Era finales del siglo XIX cuando el Reino Unido dominaba el mundo tecnológico, financiero, económico y sobre todo político. Alemania y Estados Unidos le disputaban el predominio industrial y comercial. Durante la segunda mitad del siglo XIX y los inicios del siglo XX se produjo el reparto de África a excepción de Liberia y Etiopía y Asia Meridional, así como el gradual aumento de la presencia europea en China, estado en franca decadencia, se producía una paz tensa a la que todos llamarían…


La paz armada


Reino Unido y Francia, las dos principales potencias coloniales, se enfrentaron en 1898 y 1899 en el denominado incidente de Faschoda, en Sudán, nombre con el que se conocieron los episodios que tuvieron lugar en 1898 cuando Francia y Reino Unido decidieron construir sendas líneas de comunicaciones destinadas a conectar sus respectivas colonias africanas de manera ininterrumpida. Francia ansiaba conectar sus colonias por una línea terrestre continua a lo largo de África del Norte, cruzando el Desierto del Sáhara y uniendo el puerto de Yibuti, posesión de Francia a orillas del Océano Índico, con los puertos de Brazaville y Duala, posesiones francesas a orillas del Océano Atlántico. Por su parte, el Reino Unido deseaba realizar el proyecto de Cecil Rhodes, la Carretera Panafricana, y construir una línea continua de posesiones coloniales británicas desde Egipto hasta Sudáfrica, o “De El Cabo hasta El Cairo”, como se comentaba en los círculos británicos más expansionistas. El rápido ascenso del Imperio alemán fue el que hizo que los dos países se unieran a través de la Entente cordiale, que fue la denominación de un tratado de no agresión y regulación de la expansión colonial, ratificado mediante una serie de acuerdos firmados entre el Reino Unido y Francia el 8 de abril de 1904. Alemania, que solamente poseía colonias en Camerún, Namibia, África Oriental, algunas islas del Pacífico, las Islas Salomón, y enclaves comerciales en China, empezó a pretender más a medida que aumentaba su poderío militar y económico posterior a su unificación en 1871. Una desacertada diplomacia por su parte fue aislando al Reich, que sólo podía contar con la alianza incondicional del Imperio austrohúngaro. Por otro lado, Estados Unidos y, en menor medida, el Imperio ruso controlaban vastos territorios, unidos por largas líneas férreas como era el ferrocarril Atlántico-Pacífico y Transiberiano, respectivamente.

Francia deseaba con todas sus fuerzas la revancha de la derrota sufrida frente a Prusia en la Guerra Franco-prusiana que fue un conflicto que tuvo lugar desde julio de 1870 hasta mayo de 1871. El desencadenante principal de dicho conflicto había sido el famoso telegrama de Ems que era el documento que Guillermo I de Alemania envió a Bismarck, considerado el fundador del estado alemán moderno, la noche del 13 de julio de 1870 tras la reunión informal que mantuvo con el embajador francés en Prusia, Vincent Graf Benedetti, acerca de la retirada de la candidatura del príncipe Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen, hijo de Carlos Antonio, al trono real de España. La publicación de este telegrama instigó como hemos mencionado la “casus belli” de la guerra Franco-Prusiana, que comenzó el 19 de julio de 1870. Este conflicto bélico resultó en realidad una guerra franco-alemana debido a que se aliaron a Prusia todos los Estados alemanes conforme a los planes de Bismarck. Precisamente, después de esta circunstancial alianza militar se produjo la unión total política de Alemania. Mientras París estaba asediado, los príncipes alemanes habían proclamado el Imperio, el llamado Segundo Reich que durante sus 47 años de existencia surgió como una de las economías industriales más poderosas de la Tierra y una gran potencia europea siendo los estados fronterizos más importantes el Imperio ruso en el este, Francia en el oeste y el Imperio austrohúngaro, un estado europeo nacido en 1867 tras el Compromiso Austrohúngaro que reconocía al Reino de Hungría como una entidad autónoma dentro del Imperio austríaco que a partir de ese momento sería denominado Imperio austrohúngaro, situado en el sur.


En el Palacio de Versalles proclamaron su Imperio, el Segundo Reich, lo que significó una clara ofensa para los franceses. Una de las consecuencias fue la Tercera República francesa que surgió debido al vacío de poder creado al ser derrotado Napoleón III en la derrota en la Batalla de Sedán durante la Guerra Franco-Prusiana, terminando de esta manera el Segundo Imperio, vencido por Prusia, después de 18 años de existencia, la que provocó la pérdida de Alsacia, que era una región de Francia situada al este del país, en la frontera con Alemania y Suiza, y Lorena que era una región de Francia situada al noreste del país, que pasaron a ser parte del nuevo Reich germánico las que provocaron un gran dolor nacional en Francia. Las generaciones francesas de finales del siglo XIX, sobre todo el Ejército, crecieron con la idea de vengar la afrenta recuperando esos territorios y se puede comprobar ya que en 1914 sólo hubo un 1% de desertores en el ejército francés, en comparación con el 30% de 1870, los lazos entre el pueblo francés y el país era más que evidente. Mientras tanto al este, los países de los Balcanes liberados del Imperio otomano, el enfermo de Europa, fueron objeto de rivalidad entre las grandes potencias. Turquía, que se hundía lentamente, no poseía en Europa, hacia 1914, más que Estambul, la antigua Constantinopla. Todos los jóvenes países nacidos de su descomposición, entre ellos Grecia, Bulgaria, Rumanía, Serbia, Montenegro y Albania, buscaron expandirse a costa de sus vecinos, lo que llevó a dos conflictos entre 1910 y 1913, conocidos como Guerras Balcánicas que fueron ocurridas en el sureste de Europa. Las Guerras supusieron las expulsión definitiva del Imperio otomano de la península de los Balcanes salvo en el extremo oriental de Tracia, el establecimiento de fronteras casi definitivas que perduraron salvo breves intervalos durante las Guerras Mundiales y el nacimiento de Albania como estado independiente. No resolvieron, sin embargo, las disputas territoriales entre los países balcánicos, manteniendo Bulgaria sus deseos de alcanzar las fronteras del Tratado de San Stefano y siendo los territorios de Macedonia, Tracia y Dobruja objeto de competencia.

Pero no adelantemos acontecimientos ya que tiempo antes, en aquellos años entre 1910 y 1913 impulsados por esta situación caótica, los dos enemigos seculares del Imperio Otomano, estado multiétnico y multiconfesional gobernado por los osmanlíes que habían regido el Imperio turco otomano desde 1281 hasta 1923, comenzando con Osmán I, continuaron su política tradicional de avanzar hacia Estambul y los Estrechos. El Imperio Austrohúngaro por otro lado deseaba proseguir su expansión en el valle del Danubio hasta el mar Negro, sometiendo a los pueblos eslavos. El Imperio Ruso, denominación que se le da a Rusia entre 1721 y 1917, que estaba ligado histórica y culturalmente a los eslavos de los Balcanes, de confesión ortodoxa, que ya les había brindado su apoyo en el pasado, se contaba con ellos también entonces como aliados naturales en su política de acceder a puertos de aguas calientes. Como resultado de estas tensiones, se crearon vastos sistemas de alianzas a partir de 1882 como fueron por un lado La Triple Entente que fue una coalición conformada por la alianza franco-rusa de 1871, la Entente Cordiale franco-británica de 1903 y el acuerdo anglo-ruso de 1907. La nueva potencia mundial, Alemania, gobernada por Guillermo II, en 1890 consiguió que tres potencias que tenían importantes diferencias entre sí, Francia, Reino Unido y el Imperio ruso, se aproximaran y terminaran por coaligarse como la Aliada Mayor Nacionalista para hacer frente a la Triple Alianza del Imperio alemán, Imperio austrohúngaro e Italia. En 1907, no nos hallamos aún ante una alianza en sentido estricto, ya que los británicos, en especial, trataron de mantenerse libres de obligaciones, sin embargo, las sucesivas crisis que fueron jalonando el camino hacia la I Guerra mundial fueron haciendo cada vez más sólida la Entente y las obligaciones fueron difíciles de esquivar ya que la crisis definitiva del verano de 1914 demostró el funcionamiento de la alianza y su influencia al terminar implicando en el conflicto a las tres potencias signatarias. Y por otro lado la existencia de La Triple Alianza que era el nombre que recibió la coalición inicialmente integrada por el Imperio Alemán y el Imperio austrohúngaro por iniciativa de Otto von Bismarck, a la que posteriormente se uniría Italia, aunque también se invitó al Imperio ruso a formar parte de ella provocaba que las alianzas tuvieran que actuar sin división alguna ya que tenían un objetivo y un enemigo común en su entender, eran las alianzas una política bélica basadas en el miedo, un auge de la violencia.

Cuando Rusia unió fuerzas con el Reino Unido y Francia para formar la Triple Entente, Alemania y Austria-Hungría buscaron al Reino de Italia como reemplazo en 1887, por lo que los integrantes de esta coalición pasaron a ser conocidos como los “imperios centrales”, en alusión a su situación geopolítica en Europa. Tras optar inicialmente por Austria-Hungría, y ante la imposibilidad de mantener a la vez una alianza con Viena y San Petersburgo, enfrentados en los Balcanes, Bismarck encontró en el Reino de Italia el esperado aliado contra Francia. A todo este período que hemos ido detallando se le conoce como Paz armada, ya que Europa estaba destinando a cuantiosas cantidades de recursos en armamentos, los países se posicionaban política y militarmente, pero sin embargo, no había guerra, aunque se sabía que ésta, en el fondo, era inminente.


El detonante de la guerra


El evento detonante del conflicto fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, Príncipe Imperial de Austria, Príncipe Real de Hungría y Bohemia y, desde 1896 hasta su muerte el heredero al trono austrohúngaro y su esposa, Sofía Chotek procedente de una familia de la nobleza bohemia, cuarta hija del Bohuslaw Chotek, Conde de Chotkova und Wognin y su esposa, Wilhelmine Kinsky, Condesa de Wchinitz und Tettauy, en Sarajevo el 28 de junio de 1914 a manos del joven estudiante nacionalista serbio Gavrilo Princip, miembro del grupo serbio “Joven Bosnia”, ligado al grupo nacionalista Mano Negra, una organización que se fundó en mayo de 1911, con el objetivo declarado de lograr la reunificación en un único estado de todos los miembros del pueblo serbio, lo que implicaba el enfrentamiento con el Imperio austrohúngaro, que ocupaba Bosnia-Herzegovina, territorio que, según la organización, debía integrarse en un nuevo estado serbio.

Francisco Fernando era el heredero de la corona austro-húngara después de la muerte aparentemente por suicidio, junto con la de su amante, la baronesa María Vetsera, en su pabellón de caza de Mayerling de su primo, Rodolfo de Habsburgo en 1889 y de su padre Carlos Luis de Austria en 1896 que había renunciado a sus derechos de sucesión en favor de su hijo mayor Francisco Fernando. El asesinato de Francisco Fernando precipitó la declaración de guerra de Austria contra Serbia que desencadenó a la postre la Primera Guerra Mundial. El Imperio austrohúngaro exigió, con el apoyo del Imperio alemán, investigar el crimen en territorio serbio, ya que consideraba que la organización paneslavista Mano Negra tenía conexión con los servicios secretos de ese país. El Imperio Austrohúngaro dio un ultimátum el 7 de julio a Serbia, la que con apoyo ruso no aceptó todas las condiciones impuestas, en particular la participación de policías austríacos en investigaciones en territorio serbio. Ante dicha negativa, el 28 de julio de 1914, Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia. Acto seguido el 29 de julio Rusia ordenó la movilización general. En función de las alianzas militares, el 1 de agosto, Alemania le declaró la guerra a Rusia, al considerar la movilización como un acto de guerra contra Austria-Hungría. Ante esto, y en virtud, de la alianza militar franco-rusa de 1894 Francia le declaró la guerra a Alemania el mismo día. Los historiadores sostienen que hubo otras causas, como las alianzas entre países, La Triple Entente y Triple Alianza, por las que un conflicto local podía tomar dimensiones internacionales. Además entre 1890 y 1914 los países incrementaron progresivamente el presupuesto militar en una carrera armamentística, este período es conocido como la Paz armada visto en la primera parte del tema que tratamos.


En 1914, los europeos pensaban que la guerra sería corta. Pero los generales, que habían estudiado las guerras napoleónicas que fueron una serie de conflictos militares que tuvieron lugar durante el tiempo en que Napoleón I rigió en Francia y que fueron en parte una extensión de los conflictos que estallaron a causa de la Revolución francesa, y continuaron, a instigación y gracias al financiamiento de Inglaterra, durante todo el Primer Imperio francés, estaban equivocados en su enfoque inicial del enfrentamiento, basado en el uso masivo de la infantería. Respondiendo a la enorme eficacia de las armas, fusiles, armas automáticas y artillería pesada, las fortificaciones fueron reforzadas. La caballería sería inútil como medio para romper el frente. Al comienzo de la guerra los dos bandos trataron de obtener una victoria rápida mediante ofensivas fulminantes. Los franceses agruparon sus tropas en la frontera con Alemania, entre Nancy y Belfortque era una ciudad y comuna francesa, capital del departamento del territorio de Belfort, en la región Franco Condado. Belfort perteneció tradicionalmente al territorio de Alsacia hasta tras el Tratado de Fráncfort después de la Guerra franco-prusiana en 1871 que se separó administrativamente de aquella al conformarse el Reichsland de Alsacia-Lorena, divididas en cinco ejércitos. Previendo los franceses un ataque frontal en Lorena, organizaron el Plan XVII creado inicialmente por Ferdinand Foch que era el Mariscal de Campo francés y Comandante en jefe de los ejércitos Aliados durante la guerra. El plan consistía en utilizar la fuerza bruta y una creencia mística en el espíritu de lucha francés o “élan”. La pérdida de las provincias de Alsacia y Lorena ante el Imperio Alemán en 1871 había creado el sentimiento de revancha francés, siendo uno de los principales objetivos del Plan XVII, recobrar dichas provincias. El general Joseph Joffre adoptó este plan cuando se desempeñó como comandante en jefe en 1911. Para hacer esto, cuatro ejércitos franceses avanzarían por ambos lados de Metz y de Thionville que era una ciudad francesa situada en el departamento de Mosela, en la región de Lorena, localizándose cerca del río Mosela y de la frontera con Luxemburgo. Esto dejaba solamente un ejército para defender el norte de Francia, ya que los planificadores franceses estaban convencidos de que el Imperio alemán no invadiría Francia a través de Bélgica, pues esto conduciría a la participación británica en el conflicto ya que en el Tratado de Londres de 1839, el Reino Unido había garantizado la neutralidad e independencia del territorio belga. Los alemanes tenían por su parte un plan mucho más ambicioso. Contaban con la rapidez de un movimiento de contorno por Bélgica para sorprender a las tropas francesas y marchar hacia el este de París bajo el Plan Schlieffen de 1905, plan propuesto durante la Primera Guerra Mundial por el jefe del Estado Mayor del II Reich alemán, Alfred Graf von Schlieffen, y luego enfrentarse a las fuerzas enemigas y empujarlas hacia el Jura y Suiza. Tan sólo ubicaron 2/7 de sus tropas sobre la frontera para resistir el ataque frontal en Alsacia-Lorena.

El comienzo del plan trascurrió perfectamente para el Reich. Sus tropas avanzaron sobre Bélgica el 4 de agosto, lo cual provocó la intervención inglesa. Posteriormente derrotaron al ejército francés en diversas batallas. Los franceses lanzaron simultáneamente el Plan XVII, pero resultó un fracaso debido a las armas automáticas que frenaron cualquier asalto y a un repliegue prematuro de las tropas hacia sus líneas. Semanas después estaban ya ubicados en el río Marne, afluente del Sena que riega una región al este y sureste de París. Su curso es de unos 525 km. El río da nombre al departamento de Marne, donde chocaron con el Cuerpo Británico y el ejército francés, quienes frenaron el avance alemán. La derrota germana frustró el plan original y acabó con las expectativas de una conflagración breve, marcando el abandono definitivo de los planes anteriores a la guerra. En ese momento comenzó la «carrera hacia el mar»: los dos Ejércitos marcharon hacia el Mar del Norte; ataques y contra-ataques se sucedieron. La contienda se desarrollaría en territorio francés y belga. Las tropas británicas no tardaron en intervenir en mayor número, junto a los restos del ejército belga. Mientras tanto, Austria-Hungría fracasó en su intento de tomar Belgrado, lo cual lograría después con ayuda alemana, en agosto del 1915. Rusia invadió Prusia Oriental, pero los generales de estado mayor prusianos Hindenburg y Ludendorff los batirán contundentemente en Tannenberg que habían enfrentado a los Imperios Ruso, los I y II Ejércitos, y Alemán, el VIII Ejército, al comienzo de la Primera Gran Guerra. Este enfrentamiento resultó ser uno de los más decisivos enfrentamientos de toda la Guerra, y tuvo lugar del 23 de agosto al 2 de septiembre de 1914. La batalla tuvo como consecuencia la casi total aniquilación del II Ejército, y una serie de batallas inmediatamente posteriores destruyeron la mayor parte del I Ejército también, lo cual dejó a los rusos tambaleantes hasta la primavera de 1915. Este enfrentamiento es notable por la rápida movilización de tropas alemanas por tren, lo cual permitió a un solo ejército presentar un único frente de batalla contra un Ejércitos ruso mayor. En el curso del nuevo año, durante el 1915, dos nuevos países entraron en la guerra, por un lado Italia del lado de los Aliados y por el otro Bulgaria al lado de las potencias centrales, que con este apoyo derrotarían y ocuparían Serbia. Desde el comienzo de la guerra, el Vaticano y Suiza intentaron infructuosamente sondeos por la paz.


La guerra empieza


En agosto de 1914, el ejército alemán abrió el frente occidental, era un 4 de agosto, invadiendo Bélgica y Luxemburgo, con un ataque a la ciudad de Lieja. y luego obteniendo el control militar de regiones industriales importantes del oeste de Francia, derrotando al ejército francés en la batalla de Lorena, en la batalla de Charleroi, el 21 de agosto, y en la batalla de Maubeuge una semana más tarde. La fuerza del avance fue contenida drásticamente con la Primera Batalla del Marne en septiembre de 1914, donde enfrentaron al Cuerpo Británico compuesto por 5 divisiones experimentadas y las tropas de reserva francesas. Los taxis de París ayudaron a trasladar a los efectivos ingleses al frente. El equilibrio de fuerzas y las nuevas armas facilitaron la defensa frente al ataque e impusieron la estabilización del frente. Ambos contendientes se atrincheraron en una línea sinuosa de posiciones fortificadas que se extendía desde el Mar del Norte hasta la frontera suiza con Francia. Esta línea permaneció sin cambios sustanciales durante casi toda la guerra.

Era un asalto que presentaba tal desventaja frente al adversario que los ataques aliados fueron infructuosos y Alemania pudo resistir a pesar de combatir en dos frentes. En estos ataques se recurrió a bombardeos masivos de artillería y al avance masivo de la infantería. Sin embargo, la combinación de las trincheras, los nidos de ametralladoras, el alambre de espino y la artillería infligían cuantiosas bajas a los atacantes y a los defensores en contraataque. Como resultado, no se conseguían avances significativos. Las condiciones sanitarias y humanas para los soldados eran muy crudas y las bajas elevadísimas. En otoño de 1915 el general Joseph Joffre un militar francés. Comandante en Jefe del Ejército Francés de la Primera Guerra Mundial, durante los años 1914 y 1916 intentó una ofensiva, con apoyo inglés, que concluyó en un gigantesco fracaso por parte de los franceses. Después de este éxito defensivo, a finales de año, el general Von Falkenhayn, Jefe de Estado Mayor, propuso al Kaiser su proyecto de atacar Verdún en el nordeste de Francia. El resultado fue de un cuarto de millón de muertos y alrededor de medio millón de heridos entre ambos bandos. La batalla se popularizó por el famoso ¡No pasarán! dicho por el comandante francés Robert Nivelle, un militar francés, que alcanzó el rango de generalísimo y comandante en jefe del Ejército francés durante la Primera Guerra Mundial. Plaza fuerte e impenetrable era según la propaganda francesa, pero que estaba en posición delicada por no poseer un camino o vía férrea para su reavituallamiento y los alemanes esperaban que su caída debilitaría la moral de los soldados franceses. El 21 de febrero de 1916, el ataque se inició con la artillería bombardeando violentamente las posiciones aliadas. Los alemanes avanzaron poco, pero las pérdidas francesas fueron enormes. El 25 de febrero, el General Langle de Cary decidió abandonar la ciudad, pero el mando francés no estaba dispuesto a perder Verdún y nombró en su lugar a Philippe Pétain, quien organizó una serie de violentos contraataques.Pétain fue un general y político francés, jefe de Estado de la Francia de Vichy desde 1940 a 1944. Su brillante participación en la Primera Guerra Mundial, le valió el ser conocido como “El vencedor de Verdún”, llegando a Jefe del Estado Mayor.

El 1 de julio, los británicos desataron una gran lucha paralela en la Batalla del Somme, a fin de dividir las tropas alemanas y reducir la presión sobre Francia. Los alemanes retrocedieron escasos kilómetros, pero en orden. Al final, el frente casi no se modificó ni en Verdún ni en el Somme, pese a los centenares de miles de bajas. En un esfuerzo por romper este callejón sin salida, este frente presenció la introducción de nuevas tecnologías militares, incluyendo el gas venenoso y los tanques. Pero sólo tras la adopción de mejoras tácticas se recuperó cierto grado de movilidad. La Batalla del Somme fue una de las más largas y sangrientas de la Primera Guerra Mundial, con más de un millón de bajas entre ambos bandos. Las fuerzas británicas y francesas intentaron romper las líneas alemanas a lo largo de un frente de 40 km al norte y al sur del río Somme, en el norte de Francia. El principal propósito de la batalla era distraer a las tropas germanas de la Batalla de Verdún; sin embargo, las bajas de la batalla del Somme terminaron siendo superiores a las de esta última. La batalla es recordada principalmente por su primer día, 1 de julio de 1916, en el que los británicos sufrieron 57.740 bajas, de las cuales 19.240 fueron mortales. Constituye la batalla más sangrienta en la historia del Ejército Británico. Igualmente terrible fue la batalla para el Ejército Alemán, descrita por uno de sus oficiales como “la tumba de barro del ejército en campaña”. Cuando acabó la batalla, ambos bandos habían comprobado hasta qué punto podía ser mortífera la guerra moderna. La suma importancia del Somme en el devenir posterior de la guerra queda reflejada en las palabras del oficial e historiador británico James Edmonds: “No es demasiado arriesgado decir que las bases de la victoria final en el Frente Occidental fueron sentadas por la ofensiva de 1916 en el Somme.

A pesar del estancamiento de este frente, este escenario resultó decisivo. El avance inexorable de los ejércitos aliados en 1918 convenció a los comandantes alemanes de que la derrota era inevitable, y el gobierno se vio obligado a negociar las condiciones de un armisticio. La estrategia de guerra alemana funcionó contra Rusia. Los ejércitos rusos eran enormes, 8 millones de hombres en 1914. Pero la verdad era nefasta: el ejército zarista estaba compuesto principalmente por campesinos sin ninguna formación militar, mal armados y equipados; en suma, no estaba preparado para enfrentarse a los disciplinados germanos. El mando ruso era también mediocre. Los dos ejércitos se enfrentaron en la Batalla de Tannenberg, en la Prusia Oriental, del 26 al 30 de agosto de 1914, y después en la batalla de los lagos Masurianos del 6 al 15 de septiembre de 1914. Los rusos sufrieron flagrantes derrotas en los dos casos y fueron obligados a replegarse. Allí nació la leyenda del dúo formado por Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff, los comandantes germanos en esta exitosa campaña defensiva. Austria-Hungría, en cambio, no pudo repeler la invasión de Galitzia. En 1914 termina con el ejército ruso aún en pie, a pesar de haber sido rechazado de Prusia Oriental. En junio de 1916 tiene éxito una ofensiva rusa a cargo del General Brusílov, que se interna en las líneas austrohúngaras. Regimientos enteros se pasaron a las filas rusas, demostrando la fragilidad del Imperio austrohúngaro. Motivada por esta circunstancia, Rumanía declara la guerra a los Imperios Centrales, pero es fácilmente derrotada y ocupada por los alemanes, lo que compromete aún más la posición rusa. El Imperio de los Romanov no volvería a ejecutar ninguna ofensiva de relevancia en el resto de la contienda. De ahí en adelante, los alemanes avanzaron sobre Rusia y conquistaron el Golfo de Riga, destruyendo o tomando prisionero a buena parte de los contingentes rusos, como a Alexéi Alexéievich Brusílov que fue un general ruso de la Primera Guerra Mundial, que se unió a los Bolcheviques durante la guerra civil rusa. El frente oriental estuvo en constante movimiento, no conoció el drama de las trincheras. La caballería jugó aún cierto papel en esta guerra de movimientos. Si bien los principales esfuerzos de los beligerantes se concentraron en los frentes occidental y oriental, la guerra se libró con mayor o menor intensidad en distintas partes del globo. Se combatió en los Balcanes, en los Dardanelos, en Oriente Medio, en el Cáucaso, en los Alpes italianos, en África, en Extremo Oriente, en el Pacífico y en el Atlántico.


Siendo el lugar donde comenzó el cesar la conflagración mundial, en el frente de los Balcanes, se libraron una serie de campañas militares entre las Potencias Centrales Austria-Hungría, Alemania y Bulgaria, por un lado y los aliados Serbia, Montenegro, Rusia, Francia, Reino Unido y más tarde Rumanía y Grecia. En este teatro de operaciones la guerra comenzó con la invasión austro-húngara a Serbia en 1914, que acabó con la conquista de Serbia y Montenegro a fines de 1915. Las fuerzas serbias fueron atacadas desde el norte y el este y se vieron obligadas a retirarse del país, sin embargo, el ejército serbio se mantuvo operativo, aunque emplazado en Grecia. En el otoño de 1915, los aliados intentaron ir en ayuda de los serbios, por medio de una expedición franco-británica que se estableció en el puerto de Salonica, en Grecia. el plan aliado consistía en socorrer a los serbios desde el sur, abriendo un frente en Macedonia. La expedición llegó demasiado tarde y en la insuficiencia de la fuerza para evitar la caída de Serbia se vio complicada por la crisis política interna en Grecia. No obstante, se logró mantener estable el frente macedonio, desde la costa albanesa al río Estrimón en Bulgaria, el cual se mantuvo estable, a pesar de las acciones locales, hasta 1918. En 1916 la diplomacia aliada logró llevar a Rumanía a la guerra contra las Potencias Centrales, pero esta decisión resultó desastrosa para los rumanos. Poco después de la declaración de guerra rumana, una ofensiva combinada entre los alemanes, austro-húngaros, búlgaros y turcos otomanos conquistó dos tercios del país en una rápida campaña que finalizó en diciembre de 1916. Sin embargo, los ejércitos ruso y rumano consiguieron estabilizar el frente y mantenerlo en Moldavia. En 1917, Grecia entró en la guerra del lado aliado, y en septiembre 1918 se produjo la gran ofensiva aliada de una fuerza multinacional acantonada en el norte de Grecia, que dio lugar a la capitulación de Bulgaria y a la liberación de Serbia. Los Aliados contaban con la debilidad del Imperio Otomano para abrir una vía directa y apoyar a sus aliados rusos en problemas. La campaña de los Dardanelos fue desatada por los ingleses, a sugerencia de Winston Churchill, para controlar el estrecho de los Dardanelos, lo que permitiría a Francia y al Imperio Británico revitalizar a Rusia, neutralizar Turquía y encerrar a los imperios centrales. El ambicioso proyecto comenzó con el despliegue de una imponente flota inglesa y el desembarco de tropas en Galípoli, pero los turcos se defendieron con una decisión inesperada. Los aliados no consiguieron penetrar por sorpresa en el Imperio Otomano y fracasaron en las sucesivas ofensivas. La operación fue un sangriento desastre, convirtiéndose en una nueva batalla de trincheras, para colmo, esta vez con el mar a espaldas de los Aliados. Después de unos meses de inútiles tentativas, el mando inglés decidió evacuar Galípoli que es una pequeña península de Turquía. Se encuentra al sur de la parte europea de Turquía y constituye el litoral septentrional del estrecho de los Dardanelos. Su ribera norte está bañada por el mar Egeo. Los ingleses desde allí dirigieron su cuerpo expedicionario a Salónica, Grecia. Este ejército sostendría enseguida a los serbios que no se rindieron. Ante todo, se mantuvo a la espera de nuevas oportunidades, como convencer a Grecia de entrar en la guerra.

Durante todo el conflicto, los británicos fomentaron el sublevamiento de las tribus árabes para perturbar a los turcos otomanos. En esta misión destacó el célebre oficial T. E. Lawrence, Lawrence de Arabia. La Declaración Balfour propuso el establecimiento de un Estado judío en Palestina, para motivar a los judíos estadounidenses a que apoyaran el ingreso de ese país en la guerra, fue una manifestación formal del gobierno británico publicada el 2 de noviembre de 1917 en la que el Reino Unido se declaraba favorable a la creación de un hogar nacional judío en el Mandato Británico de Palestina. El formato del documento es una carta firmada por el Secretario de Relaciones Exteriores británico, Foreign Office, Arthur James Balfoury dirigida al barón Lionel Walter Rothschild, un líder de la comunidad judía en Gran Bretaña, para su transmisión a la Federación Sionista de Gran Bretaña e Irlanda. La Declaración, donde el gobierno británico decidió apoyar la creación de un hogar judío en su Mandato, es considerada como el primer reconocimiento de una potencia mundial de los derechos del pueblo judío sobre la Tierra de Israel. La “Declaración Balfour” fue incorporada en el Tratado de paz de Sèvres entre Turquía y el Mandato Británico de Palestina. El documento original se conserva en la Biblioteca Británica. En 1916 los británicos atacaron finalmente Palestina, cuyo control mantendrían hasta 1948. En el frente italiano en 1915, Italia se une a los Aliados y ataca a Austria. Sin embargo, una larga serie de ofensivas sobre el río Isonzo fracasa. En 1917, son los austro-húngaros, reforzados por tropas alemanas, los que baten duramente a los italianos en Caporetto. Este desastre casi saca a Italia de la guerra, pero el frente se estabiliza sobre el río Piave. En la guerra en África, británicos y franceses atacaron desde todos los frentes a las colonias alemanas, rodeadas por sus posesiones. Las fuerzas germanas en Togolandia y Camerún se rindieron rápidamente a las tropas anglo-francesas, mientras que la colonia de África del Sudoeste Alemana fue invadida por el ejército sudafricano y ocupada totalmente en 1915. Sólo la colonia de Tanganica, bajo la dirección del general Paul von Lettow-Vorbeck, resistió bajo dominio alemán hasta el final de la contienda.


En la guerra en el Extremo Oriente y el Pacífico tras el estallido de la guerra, el Imperio Japonés envió un ultimátum a Alemania, solicitándole la evacuación de Jiaozhou, en el noreste de China. Alemania se negó a cumplirlo, por lo que Japón entró en la guerra del lado de los aliados el 23 de agosto de 1914. Las tropas japonesas ocuparon las posesiones alemanas en las islas Carolinas y Marianas. En 1915, Japón presentó las Veintiuna exigencias que fueron un conjunto de imposiciones hechas por el Imperio de Japón durante el gobierno del primer ministro Okuma Shigenobuenviadas al gobierno nominal de la República de China el 18 de enero de 1915 y que condujeron a la firma de dos tratados entre los dos países el 25 de mayo de 1915 que obligaban a China a no alquilar ni ceder ningún territorio frente a Taiwán a ningún país, excepto a Japón. En 1919, China cedió los derechos comerciales de Mongolia Interior y Manchuria a Japón. Mientras tanto, en el Pacífico también hubo movimientos aunque no batallas de importancia. Las tropas australianas estacionadas en Papúa ocuparon sin problemas la Nueva Guinea Alemana, mientras que Japón y Nueva Zelanda dirigieron ataques contra las bases alemanas en las Islas Marianas. El puerto chino de Qingdao, principal base alemana en Extremo Oriente, fue ocupado por los japoneses. Como resultado del acuerdo de paz de la guerra mundial, Japón recibió las islas del Pacífico que había ocupado. En el mar la guerra naval en la Primera Guerra Mundial se caracterizó por los esfuerzos de las potencias Aliadas, especialmente Gran Bretaña, de imponer un bloqueo marítimo a los Imperios Centrales, utilizando sus grandes flotas navales; y por los esfuerzos de los Imperios Centrales de romper el bloqueo o establecer un bloqueo efectivo del Reino Unido y Francia. Los alemanes, que contaban con una importante flota de submarinos, intentaron imponer un bloqueo completo al Reino Unido y Francia, interceptar el apoyo de sus colonias y romper las rutas de aprovisionamiento entre América, carne de Argentina, armamento estadounidense, y Europa. El Mar del Norte y el canal de la Mancha fue el principal teatro de operaciones de la guerra en el mar. En él se encontraron la Gran Flota británica y la Flota de Alta Mar alemana, protagonizando 3 grandes batallas. En agosto de 1914 se encontraron en la batalla de Heligoland, en enero de 1915 en la batalla del Banco Dogger que fue un encuentro bélico naval entre las armadas del Reino Unido y del Imperio alemán. Tuvo lugar cerca del banco Dogger, en el Mar del Norte, el 24 de enero de 1915, durante la Primera Guerra Mundial, resultando tácticamente vencedora la Marina Real Británica…

A mediados de 1916 ambas flotas se encontraron en pleno frente a la península de Jutlandia. Los alemanes tenían como objetivo impedir el abastecimiento británico desde Noruega. La batalla comenzó el 31 de mayo, duró 80 minutos y fue el mayor combate naval registrado durante la guerra. No hubo un total ganador, ya que la Royal Navy perdió más hombres y naves, pero los alemanes no pudieron romper el bloqueo y tuvieron más buques dañados. Además la guerra en el mar se disputó en otros escenarios. En el Atlántico la actividad alemana se caracterizó por la guerra submarina. En el Mediterráneo, las flotas aliadas, británica, francesa e italiana, se enfrentaron a la Armada Austro-Húngara en el Adriático, siendo el mayor enfrentamiento la batalla del canal de Otranto en 1917; y a la Armada Otomana durante la campaña de los Dardanelos. En el Océano Pacífico se enfrentaron el Escuadrón Alemán del Lejano Oriente, comandado por el almirante Graf von Spee, con el 4° Escuadrón de la Real Marina Británica, la Real Marina Australiana y algunas unidades de la Marina Imperial Rusa y de la Armada Francesa. Las principales batallas de este teatro de operaciones fueron la batalla de Coronel y la batalla de las Malvinas.


El conflicto se globaliza


El 16 de enero de 1917, el ministro alemán del Exterior, Arthur Zimmermann, que lo fue entre el 22 de noviembre de 1916 y el 6 de agosto de 1917, fecha en la cual dimitió de su cargo envió un telegrama al embajador en México, Heinrich von Eckardt, con indicaciones precisas para convencer a Venustiano Carranza, de que México entrase a la guerra del lado de los Imperios Centrales. El telegrama prometía a México la restitución de los territorios perdidos por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo. Dicho telegrama también sugería que el presidente Carranza se comunicase con Tokio para llegar a un acuerdo que hiciera que el Imperio japonés se pasase a lado alemán.

El telegrama fue interceptado por fuerzas de inteligencia británicas, lo que provocó la entrada de Estados Unidos a la guerra. Carranza no aceptó la oferta, puesto que México acababa de enfrentar la Revolución mexicana y no se encontraba en condiciones económicas adecuadas. Además, el mandatario se encontraba preocupado por la Expedición Punitiva, campaña militar que el gobierno de Estados Unidos llevó a cabo en México para capturar al jefe revolucionario Francisco Villa, quien había atacado un destacamento estadounidense el 9 de marzo de 1916, enviándose una expedición militar con el fin de atrapar a Francisco Villa el 14 de marzo de 1916. La expedición de 10.000 soldados, estuvo al mando del general John J. Pershing, y aunque no tuvo éxito en capturar ni castigar a Villa, fue considerada una preparación militar para la prueba que significaría la participación estadounidense en la Primera Guerra Mundial. La expedición terminó el 7 de febrero de 1917. México no sólo no entró a la guerra, sino que envió a Francisco León de la Barra como alto comisionado mexicano de la Paz…


En 1917, el Estado Mayor alemán tomó la decisión de aguantar a los Aliados en el Oeste y hundir de una vez a las desalentadas tropas zaristas, luego de la victoria táctica de los británicos en Arras, una ofensiva británica que se efectuó durante la Primera Guerra Mundial, desde el 9 de abril al 16 de mayo de 1917, donde tropas británicas, canadienses y australianas atacaron las trincheras alemanas. Los franceses, tras el fracaso total de su ofensiva de Chemin des Dames en el que habían existido centenares de miles de muertos, sobre todo en la primavera de 1917, durante la ofensiva del general Robert Nivelle en el que se contabilizaron en total, en el Chemin des Damesunos 270.000 muertos del bando francés y 163.000 del alemán tuvo como consecuencia, producto de esta enorme mortandad los motines de 1917, como los de Craonne, de la armada francesa. No serán por ello capaces los franceses de lanzar ninguna otra ofensiva, limitándose simplemente a resistir. El 7 de junio por su parte los británicos lanzaron una ofensiva en Flandes, una batalla del frente occidental de la Primera Guerra Mundial que comenzó un 7 de junio de 1917 cuando el segundo ejército británico bajo el mando de Herbert Plumer lanzó una ofensiva cerca de la localidad de Mesen en la Provincia de Flandes Occidental, en Bélgica. El objetivo de la ofensiva fue unas elevaciones que se extendían desde el norte de Messines hasta pasada la localidad de Wytschaete que creaba una fortificación natural al suroeste de Ypres. Uno de los elementos clave de la batalla fue la detonación de 19 minas inmediatamente antes del asalto de la infantería, una táctica que desestabilizó las defensas alemanas y permitió el avance de las tropas para asegurar sus objetivos de un modo rápido. El ataque también fue preludio de una “tercera batalla de Ypres” de mayores dimensiones, conocida como Batalla de Passchendaele, que comenzó el 11 de Julio de 1917, sin embargo, los británicos no consiguieron romper el frente. El conflicto se estancó y el desaliento cundió en la retaguardia. La población civil padeció restricciones, sobre todo en Alemania, bloqueada por los aliados. Fue en abril de 1917 cuando los Estados Unidos le declararon la guerra a los imperios centrales, lo que le dio a la contienda el carácter mundial. No obstante, sus efectos no se sentirían sino hasta 1918. El hecho que motivó el ingreso de Estados Unidos en la guerra, fue el hundimiento del Lusitania, hundido el 7 de Mayo de 1915, donde murieron 123 estadounidenses, por un submarino alemán. Este hecho provocó una viva reacción en Estados Unidos, que se preparó para entrar oficialmente en guerra al lado de los aliados. En febrero de 1917 en Rusia estalla la Revolución Rusa, la cual obligó a abdicar al Zar Nicolás II, quedando el país bajo el mando de Aleksandr Kérenski, quien continuó en guerra contra Alemania. Sin embargo en octubre estallaría la revolución bolchevique, que depuso al gobierno de Kérenski. Este clima de inestabilidad permitió a los alemanes avanzar considerablemente en Rusia.

Los bolcheviques tomaron el control total y firmaron el armisticio con los imperios centrales en el mes de diciembre, después de la Paz de Brest-Litovsk, negociada por León Trotsky, político y revolucionario ruso, organizador clave de la Revolución de octubre, en Rusia en marzo de 1918. Para obtener esta paz consintieron enormes sacrificios económicos y territoriales ya que Alemania ocupó Polonia, Ucrania, Finlandia, los países bálticos y parte de Bielorrusia. El Reich aprovechó esta victoria para enviar casi todo su ejército oriental al frente occidental e intentar obtener una victoria rápida antes de la llegada masiva de los estadounidenses. Era su baza definitiva, ya que Austria-Hungría, Bulgaria y Turquía daban muestras de desaliento ante las mayores reservas financieras y de hombres de los Aliados. Finalmente el 17 de julio de 1918 el Zar Nicolás II fue asesinado con toda su familia en Ekaterimburgo,ciudad de Asia pero cerca de la frontera con Europa, ante el temor que el avance de la Legión Checoslovaca hacia la ciudad pudiera liberar al Zar. Por su parte la revolución rusa, en particular luego del tratado de Brest-Litovsk, dio paso a una guerra civil, la cual se extendió hasta 1923, provocada por el levantamiento de grupos anti bolcheviques dentro y fuera de Rusia, que se organizaron para actuar contra el nuevo régimen, comenzaba a producirse el principio del fin para los Imperios Centrales, el final de la guerra estaba cerca.


El fin de la guerra


Reforzados por las tropas provenientes del frente este, los alemanes ponen todas sus fuerzas en su última ofensiva, nombrada por el General de Infantería Erich Ludendorff como Kaiserschlacht, nombre clave Michael, a partir de marzo de 1918, sobre el río Somme, en Flandes y en Champagne. Esta comenzó el 21 de marzo y se extendió hasta el 5 de abril, aunque con el final de esta los alemanes continuaron con una serie de cuatro ofensivas hasta el 17 de junio. Pero, mal alimentadas y cansadas, las tropas alemanas no pudieron resistir la contraofensiva de Foch y fallan frente al objetivo final: París, quedando a 120 km de la capital gala. El General Foch comanda sus tropas francesas y estadounidenses hacia la victoria, en la segunda batalla del Marne; los primeros tanques británicos entran en combate y la superioridad aérea aliada es evidente.

Es el principio del fin para los Imperios Centrales. En los Balcanes, las tropas francesas atacan las líneas búlgaras en Macedonia. Después de pocos días de lucha, Bulgaria comprende que no puede hacerles frente y pide el armisticio. Turquía está al límite de sus fuerzas y no puede contener a los británicos que han tomado ya Jerusalén y Bagdad y avanzan hacia Anatolia; además la derrota búlgara compromete a Constantinopla. Franceses y británicos ocupan el Oriente Próximo e Irak y el Imperio Otomano también se rinde. El duelo entre italianos y austríacos está asimismo por resolverse. El General Díaz obedece la insistencia de su gobierno que necesita de una victoria en el frente alpino para poder negociar. Los italianos derrotan a Austria-Hungría en Vittorio Veneto. Este hecho marcó el descalabro del ejército imperial, y la monarquía de los Habsburgo se hunde, incapaz de oponer nada al avance aliado por los Balcanes un 3 de noviembre. El Reich está en una situación desesperada ya que se ha quedado sin aliados, su población civil sufre draconianas restricciones, su ejército está al límite, sin reservas y desmoralizado. Ludendorff y Hindenburg son partidarios de la capitulación inmediata, pues creen que el frente se derrumbará en cualquier momento. Y en efecto eso ocurre, tropas estadounidenses de repuesto no paran de desembarcar e incluso Italia se prepara para enviar un contingente a Francia. El 8 de agosto un ataque aliado finalmente cerca de Amiens tiene éxito y rompe el frente germano, los aliados acaban penetrando en Bélgica. El Alto Mando alemán pide al brazo político iniciar inmediatamente negociaciones de paz. Cunde la convicción de que la guerra está perdida. Wilson proclama que Estados Unidos sólo negociará con un gobierno alemán democrático. Los Hohenzollern tienen los días contados. Tras una revolución obrera en Berlín, el Káiser huye finalmente a Holanda; el gobierno de la nueva República alemana firma el armisticio de Rethondes el 11 de noviembre de 1918. La guerra termina al fin con la victoria de los Aliados, una guerra que para los alemanes será un desgarro en su conciencia nacional como pueblo exacerbado por los futuros tratados que dejaran Alemania en una situación de desagravio, uno de aquellos soldados que volvieron de la guerra, un cabo, no olvidará aquella dolorosa derrota, un soldado que tiempo atrás había quedado atrapado en un ataque de gas venenoso británico, cerca de Ypres, siendo trasladado a un hospital de campaña, donde quedó temporalmente ciego por causa de los gases tóxicos, un hombre que el 10 de noviembre ya se encontraba parcialmente recuperado en un hospital militar al noreste de Berlín, cuando fue informado que la monarquía había sido depuesta y que se había proclamado la República de Weimar. Cuando se enteró de que al día siguiente iba a firmarse un armisticio y que la guerra se había perdido, aquél soldado quedó ciego de nuevo, aquél cabo alemán se llamaba Adolf Hitler.


Consecuencias de la guerra


En la gran guerra lucharon unos 65,8 millones de soldados, de los que murieron más de 1 de cada 8, con un promedio de 6.046 hombres muertos cada día de los cuatro años que duró. A consecuencia de esta guerra cayeron cuatro imperios, el alemán, el austrohúngaro, el ruso y el otomano, y tres grandes dinastías, los Hohenzollern, los Habsburgo y los Romanov. Confirmaba el final del Absolutismo Monárquico en Europa. Se calcula que la guerra produjo aproximadamente ocho millones de muertos y seis millones de inválidos. Francia fue el país más afectado proporcionalmente: 1,4 millones de muertos y desaparecidos, equivalentes a un 10% de la población activa masculina, acompañado por un déficit de nacimientos.

El estancamiento demográfico francés se prolongó, con un envejecimiento de la población que sólo logró crecer con la inmigración. El norte francés estaba en ruinas con casas, puentes, vías férreas, fábricas totalmente destruidas. En el plano político, cuatro imperios autoritarios se derrumbaron, lo que transformó profundamente el mapa de Europa, rediseñado por el tratado de paz de 1919 con un Imperio del zar que quedó transformado en la Rusia comunista, más tarde la URSS, el Imperio Otomano se disolvió dando paso a Turquía, en la península de Anatolia y Constantinopla, por su parte el Imperio Austrohúngaro fue disuelto dando paso a los Estados de Austria, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia como nuevos países independientes, y el Imperio alemán finalizó y fue reemplazado por la República de Weimar, que gobernaría sobre una Alemania mermada territorial y económicamente por el pago de las reparaciones de guerra. Eso trajo un nuevo equilibrio político mundial en el que aunque las colonias suministraron víveres, materias primas y combatientes a sus metrópolis, tras la guerra los pueblos coloniales empezaron a cuestionar sus lazos con la metrópoli y reclamaron una mejora de su situación. Esto, sumado al progreso del nacionalismo en el seno de las colonias que constituyeron el proceso de descolonización que iniciaría tras la Guerra y que concluiría con la independencia de varios Estados actuales, luego de la Segunda Guerra Mundial. A este primer declive de la influencia de Europa en las colonias, se sumó la expansión de Estados Unidos, el mayor beneficiado de la guerra junto con Japón, que reconsideraría su aislamiento de los asuntos mundiales, y que junto con el Imperio Japonés tendrían un lugar destacado en la escena internacional. Con ello se produjo una transformación social en la que las diferencias sociales se acentuaron con el enriquecimiento de los mercaderes de armas y el empobrecimiento de los pequeños ahorradores, los retirados y los asalariados afectados por la inflación. Las mujeres adquirieron un nuevo lugar en la sociedad y se volvieron indispensables durante toda la guerra, en el campo, las fábricas, las oficinas, las escuelas, para compensar la marcha de numerosos profesores. El feminismo progresaba, el derecho a voto fue acordado en Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos, Turquía y Rusia, pero no en Francia. Los cambios sociales estarán en un futuro estrechamente ligados a la lucha política que emprenderán el Liberalismo, el Comunismo, y el Fascismo a lo largo del siglo XX, pero esa es otra historia que ya contaremos más adelante.


Los tratados y sus conflictos


Tras el conflicto, al acabar la Primera Guerra Mundial, se firmaron varios tratados de paz por separado entre cada uno de los vencidos y todos los vencedores, con excepción de Rusia, que había abandonado la guerra en 1917. Al conjunto de estos tratados se le conoce como La Paz de París situada entre 1919 y 1920. El tratado de Versalles fue firmado el 28 de junio de 1919 entre los aliados y Alemania. El imperio fue cortado en dos por el Corredor polaco, desmilitarizado, confiscadas sus colonias, supervisado, condenado a pagar enormes compensaciones y tratado como responsable del conflicto. Este tratado produjo gran amargura entre los alemanes y fue la semilla inicial para el próximo conflicto mundial. Con este tratado también fue creada la Sociedad de Naciones.

Otros tratados fueron por ejemplo el de Saint-Germain-en-Laye que se firmó el 10 de septiembre de 1919 entre los aliados y Austria. En este tratado se establecía el desmembramiento de la antigua monarquía de los Habsburgo, el Imperio Austrohúngaro, y Austria quedó limitada a algunas zonas en las que se hablaba solamente el alemán. El tratado de Sèvres fue firmado el 10 de agosto de 1920 entre el Imperio Otomano y los aliados, a excepción de Rusia y Estados Unidos. El Tratado dejaba a los otomanos sin la mayor parte de sus antiguas posesiones, limitándolo a Constantinopla y parte de Asia Menor. El tratado de Trianon por su parte fue un acuerdo impuesto a Hungría el 4 de junio de 1920 por los aliados, en el que se dictaminó la entrega de territorios a Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia. El Tratado de Neuilly-sur-Seine fue firmado el 27 de noviembre de 1919 en Neuilly-sur-Seine, en Francia, entre Bulgaria y las potencias vencedoras. De acuerdo con lo estipulado en el tratado, Bulgaria reconocía el nuevo Reino de Yugoslavia, pagaba 400 millones de dólares en concepto de indemnización y reducía su ejército a 20.000 efectivos. Además, perdía una franja de terreno occidental en favor de Yugoslavia y cedía Tracia occidental a Grecia, por lo que quedaba sin acceso al Mar Egeo.


Entre los países vencedores había puntos divergentes, estados como el Reino Unido de la mano de Lloyd George por ejemplo no tenía reivindicaciones territoriales en Europa. Aspiraba, sin embargo, a ganancias coloniales en África y Asia a costa de los imperios alemán y turco. Quería la destrucción del poderío naval alemán aunque siguiendo su tradicional política de equilibrio europeo, Gran Bretaña no deseaba hundir a Alemania, para no fortalecer en exceso la posición de Francia en el continente. Una de sus preocupaciones clave fue impedir la extensión de la agitación revolucionaria bolchevique a la Europa central y, especialmente, a Alemania y las indemnizaciones de guerra que también preocupaban a todos los países en general que afrontaron aquella reunión de Paris, también países como EEUU. En Estados Unidos Woodrow Wilson tuvo la preocupación en la creación de la Sociedad de Naciones para garantizar la paz en el futuro y en una aplicación del principio de las nacionalidades en el diseño de las nuevas fronteras europeas. Esta postura implicó, desde mayo de 1918, la destrucción de Austria-Hungría. Wilson tuvo problemas para aplicar sus catorce puntos por culpa de un senado mayoritariamente republicano que tenía en mente una política aislacionista para EEUU y que temía que la Sociedad de Naciones pudiese controlar las decisiones de Estados Unidos respecto a su política exterior, provocando a la postre la enfermedad de Wilson su caída como presidente ya que fue por los estados en tren intentando convencer a su país, a su pueblo, de la conveniencia de su política exterior provocándole un estrés insoportable. En Francia, Clemenceau le preocupaba la recuperación de Alsacia-Lorena y la ocupación militar de la zona occidental del Rin y posible creación en Renania de un estado independiente. Esta última aspiración encontró la oposición de Gran Bretaña y EE.UU. En el primer caso, porque alteraba el equilibrio europeo, en el segundo, porque iba en contra del principio de las nacionalidades. Francia quería la explotación económica de la región del Sarre, debilitar militarmente de forma definitiva a Alemania ya que temía la oposición al Anschluss, la unión de Alemania y Austria. Francia quería las ganancias territoriales a costa de los imperios turco y alemán. Italia por su parte de las manos de Orlando quería la aplicación del Tratado de Londres como era la anexión del Trentino, el Alto Adigio, Trieste y partes importantes de Istria y Dalmacia. Esta aspiración italiana encontró la oposición de EE.UU. ya que la anexión de territorios poblados por eslavos, como Dalmacia, iba contra el principio de las nacionalidades. Wilson defendió a la recién creada Yugoslavia frente al expansionismo italiano en el Adriático, donde Italia quería además las ganancias coloniales en Oriente Medio y África.

En definitiva, podríamos hablar, simplificando, de que Clemenceau personificó la postura de mayor dureza con Alemania, “Alemania pagará”, los países anglosajones, sin querer dejar de castigar a Alemania, optaron por una actitud más conciliadora, e Italia, infructuosamente, aspiró a compensaciones territoriales que finalmente no consiguió. Los representantes de los derrotados no fueron invitados a la conferencia de paz. Los acuerdos, duramente negociados entre los vencedores y concretados en los diversos tratados de paz, les fueron presentados como un hecho consumado al que simplemente debieron plegarse. Los alemanes, representantes de la recién nacida república de Weimar, firmaron el 28 de junio de 1919 tras ser amenazados con una invasión total de su país. En Alemania se hablaba del “diktat”, de la imposición, de Versalles, la Primera Guerra Mundial era una herida que no había cicatrizado e iba a desencadenar un desagravio nacional que sería uno de los desencadenantes de la Segunda Guerra Mundial, donde el mundo cambiaría para siempre.



La Factoria Historica


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